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Hace ocho años.
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—Güey, ¿Te lo chingaste? —me preguntó Gabriela ofreciéndome una aspirina para el dolor de cabeza

—Te juro que jamás me habían cogido así, ese hombre si sabe lo que es follar. —me mordí los labios

—No mames, pues yo sí he oído que es un mujeriego de primera eh.

—Todos los hombres lo son. —le resté importancia— ¿Qué haremos hoy?

El teléfono de Gaby sonó y esta contestó.

—¿Si? —respondió— Ajá. Sí. Mmmm. No. Es broma, sí. —colgó

—¿Qué pasa? —le pregunté

—Christopher corre hoy. —me dijo sonriendo— Y me pidió que te llevara.

—¿Ah, si? —sonreí— Pues vamos a arreglarnos.

Me duché y ella me entregó un atuendo bastante hermoso.

—Es acorde la ocasión. —me dijo planchando sus rizos— Cora, en ese lugar hay gente peligrosa así que ten cuidado.

—¿Christopher es problemático? —me puse las botas

—Bastante. Dónde esté Christopher hay pelea así que mantente al margen. —me dijo y ambas tomamos nuestras carteras

Organice mi cabello en capas el cual me llamaba por debajo del trasero, siempre me había encantado mantenerlo largo y hoy se veía especialmente hermoso.

Bajamos y me sorprendí en cuanto vi un auto deportivo color gris, la puerta se abrió y de esta bajó Patrick.

—Es una hermosura, ¿No? —dijo Pack mirando el auto— Christopher me lo prestó.

Nos subimos al auto y dentro estaba Simón con varias botellas de alcohol.

—Hoy corre Christopher contra uno de los italianos. —dijo Simón festejando— Le va a ganar a esos hijos de puta.

—¿Italianos? —pregunté

—Mascherano. —me dijo Gaby

Patrick condujo hasta el lugar que era bastante alejado de la ciudad, ya se habían montado una buena fiesta ahí y varios autos lindos estaban siendo limpiados.

Me bajé del auto y Patrick y Simón se pusieron a nuestros lados, no era un secreto que a más de una aquí la habían obligado a hacer cosas que no quería y ellos nos mantenían vigiladas por eso.

Nos abrimos pasó entre la gente y entonces lo vi a él sentado en el capo del auto rojo cereza, era un deportivo que nunca antes había visto, alrededor del pelinegro habían millones de personas, a su lado exactamente había una rubita de ojos cafés.

Me crucé de brazos y sus ojos dieron con los míos, extendió su mano y me acerqué a él haciendo que la rubia se alejara.

—No me llamaste. —le dije

—Pero estás aquí. —sonrió

—Aún estoy a tiempo de irme. —pasé mis brazos por su cuello

—No, ya no hay vuelta atrás, bebé.

El apodo me sacó una sonrisa, besó mis labios poniéndome a arder en un segundo, me separé y este me sentó a su lado sobre el capo. Noté como miraba a todos y varias personas dejaron de observarme.

—¿Qué pasa? —le dije a Christopher sin entender

—Le estoy aclarando que eres mía. —me dijo acariciando mi muslo

—¿Tuya? —me reí— ¿A cuántas más has subido a este capo?

—A ninguna, bebé. Considérate la única y la última. —me volvió a besar haciéndome gemir levemente

Un hombre de cabello negro se acercó y noté como todos se ponían a la defensiva.

—Morgan. —lo saludó

—Mascherano. —respondió Christopher

El hombre dirigió su mirada a mi y me escaneó de arriba abajo, su sonrisa me hizo desviar la mirada a Gabriela quien me indicó que me mantuviera en silencio.

—Linda zorra. —dijo mirándome aún

—¿Disculpa? —le dije

—Hasta habla. —dijo haciendo reír a su pandilla

—Y sé hacer muchas otras cosas, imbécil. —lo miré fijamente y supe que mis ojos ya lo habían cautivado

—¿Y por qué no me enseñas? —trató de acercarse y Christopher se puso de pie deteniéndolo

—No me gustan los… niños, yo prefiero los hombres de verdad. —sonreí y todos a mi alrededor se le burlaron

Christopher me miró y sólo con la mirada me indicó que me callara.

—La carrera es entre tú y yo. —le dijo Christopher

—Tu perra ya abrió la boca, ¿No la educaste para que se callara?

Apreté mis manos tratando de contenerme, Christopher lo empujó y entonces de la nada todos se apuntaban entre todos.

—Te repito que la carrera es entre tú y yo. —Christopher estaba apretando los puños

—Cuídala, porque una mujer con esos cojones no se encuentra fácilmente. —le dijo y me dedicó una última mirada yéndose

En cuánto se fue el ambiente volvió a la normalidad, todos continuaron hablando y riendo como si nada. Me puse de pie dispuesta a irme y Christopher me detuvo.

—¿A dónde vas?

—Lejos de aquí. —murmuré

—No te separes de ellos. —señaló a dos tipejos y estos vinieron— Ellos son Pedro y Adrián, te van a cuidar el resto de la noche mientras yo compito.

—¿Contra ese? —pregunté

—Sí. Te hablo en serio cuando te digo que no te alejes de los míos, Cora. —se acercó y me besó, después se subió al auto y Gaby se acercó a mi corriendo

—¡Te dije que te quedarás calladas! —me pegó y me quejé— Por lo menos te puso dos escoltas. —susurró

—¿Tan peligroso es? —dije ciertamente atemorizada

—Es el hijo del líder de la pirámide italiana. —me susurró mientras nos sentamos para ver la competición

Vi a Christopher en su auto, al lado estaba el tipejo de antes y no me quitaba la mirada de encima haciendo que mi pulso se acelerara.

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𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora