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Semanas después.

—¿Qué tal has estado? —me preguntó Patrick entrando en casa

—Bastante bien, Pack.

—Me alegra oírlo.

—¿Por qué viniste?

—Sé que estás al tanto de que Christopher es coronel y tu hermana teniente. —me dijo y no me gustó el rumbo de la conversación— Sé que no quieres saber de Chris…

—¿Qué pasa? —me tensé

—Está en el hospital y no sabemos si sobrevivirá. —me puse de pie inmediatamente— No para de preguntar por ti.

—Llévame.

No me importaba que fueran altas horas de la noche, me puse mi sudadera y salí de casa en pijama con unas zapatillas y lo necesario en el bolso.

Encendí el teléfono y vi todo sobre el atentando, mi corazón se oprimió al saber cuánta gente había muerto.

—Vamos. —entramos al hospital y vi que Alex estaba ahí

—Cora. —me saludó— Pasa.

Me señaló la puerta y entré rápidamente, cubrí mi boca cuando lo vi en la camilla totalmente destruido, nuestras miradas se encontraron y me acerqué a su cuerpo.

—Viniste… —susurró

—Me llamaste.

—Gracias, me iré con una hermosa imagen de ti.

—No hables como si te fueras a morir. —dije con las lágrimas cayendo

—No llores, ya te he hecho sufrir mucho.

—Vas a recuperarte, cielo. —besé su frente— Voy a estar aquí para ti.

Quizá estaba actuando mal, quizá era una estúpida por estar con él, pero era el amor de mi vida y se estaba muriendo, no podía dejarlo tirado.

Se movió y me indicó que me acostara a su lado y eso hice. Acaricié su pecho y recostó su cabeza en mi pecho quedándose dormido.

Alex entró y se sentó en la silla.

—Gracias por venir, no quiso descansar sin verte antes. —me dijo, el cansancio en su voz era notorio

—¿Mi hermana está bien?

—Sí.

Asentí y él volvió a salir de la habitación, abracé a Christopher y no pude evitar llorar de solo pensar que él podía morir en cualquier momento.

(…)

Desperté cuando noté que Christopher estaba removiéndose.

—¿Estás bien? —pregunté y asintió— Solo dormiste tres horas, cielo.

—¿Te puedes quedar todo el día?

—Sabes que sí.

Tomé mi teléfono y llamé a Tatiana.

—¿Qué sucede? —me preguntó

—Quería informarte que no podré ir mañana, un amigo está en estado crítico y voy a quedarme con él.

—Está bien. —colgó

—¿Quieres que salga a comprarte algo de comer? —pregunté

—Quiero tus besos.

—Christopher. —lo regañé— Hablo en serio.

—Estoy bien, bebé.

Asentí y me senté nuevamente a su lado, su respiración era tranquila y acompasada con la mía, acaricié su pecho y él me observó fijamente.

Desvíe mi mirada y el tomó mi mentón mirándome nuevamente, sabía que su intención era besarme y deseaba que lo hiciera, pero yo estaba comprometida.

La puerta se abrió y me alejé de él de golpe.

—¿Quién coño eres tú? —me dijo una rubia totalmente furiosa

—Sabrina, lárgate. —le dijo Christopher

—Vengo a ver cómo está mi esposo y lo encuentro con una… cualquiera.

—¿Disculpa? —fruncí mi ceño

—Es Cora, Cora James. —le dijo el pelinegro

La rubia me miró de arriba abajo y justo Rachel entró, me sentí jodidamente abochornada cuando todas nos miramos entre todas.

La rubia fue la primera en irse y noté como Rachel miraba a Christopher asegurándose de que estuviera bien.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté a la defensiva

—Me dijeron que estabas con el coronel.

—¿Y?

—Vamos a casa, Cora. —tomó mi brazo

—No, voy a quedarme con él. —le dije totalmente seria

—Cora, no caigas otra vez. —me susurró y supe que estaba celosa

—Eso no es asunto tuyo. —me alejé de ella

—Estas comprometida.

—¡Y tú también! —la señalé— Y aún así le pusiste el cuerno a Bratt con este.

Christopher dio un respingo.

—No me hagas llamar a Frederick. —me amenazó, sonreí y me acerqué a ella lentamente

—Hazlo y todos se enteran que revolcabas con el mejor amigo de tu marido.

Ella dio un paso atrás dolida, salió de la habitación y suspiré estresada.

—Te ves ardiente cuando discutes.

—Cállate. —murmuré

Conocía a Sabrina por ser la hermana de Bratt, pero jamás pensé que fuera la esposa del coronel.

Me senté en la silla y saqué mi teléfono buscando otro departamento, sabía que con Rachel las cosas se habían complicado.

—¿Qué haces? —me preguntó Chris

—Buscando nueva casa si no quiero dormir en la calle.

—Deja eso, yo me encargo. —tomó su teléfono e hizo unas llamadas— Listo.

—¿Así de rápido?

—Sabes cómo son las cosas conmigo. —me guiño el ojo haciéndome sonreír

 —me guiño el ojo haciéndome sonreír

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𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora