𝚅𝙸𝙸

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—Bastet, querida mía— saludo Walburga a la Prince

Estaban en la estación king cross andén 9 3/4 pues hoy sus queridos hijos volvían a Hogwarts a reanudar sus estudios y los Black y los Prince estaban manteniendo una amena conversación mientras que los menores hacían lo mismo pero de asuntos totalmente ajenos a los de sus padres.

—Crabbe me ha dicho que Potter y sus lamebotas ocupan un salón en específico para "entrenarse"— dijo Regulus dirigiendo a los otros dos contrarios

—¿Entrenarse?— Sirius frunció el ceño viendo a su hermano

—Sí, supongo que si ya se enteraron de lo que planeamos hacer...no se quieren quedar atrás— comentó Regulus ganándose un asentimiento por parte de su hermano

—Sev, investigaste lo que te pedí?— el mayeó de los Black miro al Prince quien asintió

—Recopile algunos libros que podrían ayudarnos pero no lo he investigado en si, preferí aguardar para que Regulus me ayudara

—Bien, entre más pronto lo hagamos será mejor— la mirada del Black se dirigió a dos familias que se acercaban a su dirección

Lucius Malfoy y Narcissa Black se acercaron a ellos junto a sus familias y todos aguardaron pacientes por el tren que los llevaría de regreso al castillo.

Después de unos minutos el tren escarlata se dejó ver y a los pocos segundos todos se encontraban abordándolo al mismo tiempo que se despedían de sus familiares, esto mismo hicieron loa cinco amigos.

Una vez dentro del tren se dispusieron ir al vagón de los Slytherin, claramente el más grande del tren, totalmente exclusivo pero su camino se vio interrumpido por alguien que chocó contra el pecho de la cabeza del grupo.
Sirius Black soltó un gruñido molesto, odiaba las personas tan torpes que al caminar no podían ser capaces de ver su camino y si hay alguien delante de él, aunque jamás iba a admitir que él también iba distraído, la culpa era totalmente del contrario.

—Pettigrew— refunfuñó cuando vio al regordete mago sobarse la frente

El Gryffindor alzo la mirada nervioso al escuchar aquella voz, oh, cómo la odiaba pero más que odiarla le ponía los nervios de punta, incluso solo verlo hacía que sus manos comenzaran a sudar.

—B-Black— tartamudeó, acto que le pareció patético a las demás serpientes—Yo...p-perdón no vi...

—No te disculpes, Pete. Black tampoco se fijó por donde iba— intervino rápidamente Potter al notar lo nervioso que estaba su amigo

Si le preguntabas a Sirius Black quien era la persona que más detestaba en todo el mundo a parte de los muggles, sangres sucias, mestizos y traidores te diría que en primer lugar estaba James Potter, aquel Gryffindor altanero que se creía la última eminencia del mundo, siempre necesitado de atención, siempre exigiéndola con actitudes deplorables.

Recordaba bien que en tercer año James Potter le había ofrecido su amistad alegando que eran muy parecidos y que podrían llevarse bien a pesar de la diferencias de casa, todo eso solo lo hizo reír a carcajada limpia, ¿Él igual que Potter? ni Merlin lo hubiera creído, incluso lo tomo como un insulto, parecido a James Potter, que la tierra lo tragara y lo escupiera al otro lado del mundo antes que parecerse a Potter.
Su odio hacia el Gryffindor aumentó mucho más cuando este, en desquite por haber sido rechazado comenzó a hostigar a Severus y a Regulus, haciéndoles tontas bromas que de tontas no tenían nada porque era obvio que el Gryffindor pretendía hacerle daño alguno de los dos y eso lo comprobó cuando en un "bromita" mandó a Severus a la enfermería con el brazo fracturado.

Sí, odiaba a James Fleamont Potter y no se preocupaba por disimularlo. Todos sabían de la enemistad de estos dos haciéndolos "escoger un bando".

—¿Tú madre no te enseñó que no debes meterte en conversaciones ajenas, Potter?— Sirius pudo ver cómo este daba un paso hacia él, acto que le imitó quedando cara a cara

𝐐𝐮𝐨𝐝 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐭 (Snirius) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora