𝚇𝚅𝙸𝙸𝙸

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Advertencia: En este capítulo se tratará el tema de dependencia emocional en cierto grado además de contener insinuaciones a cometer abuso sexual. Al empezar estos temas encontrarán este símbolo ^ así puedan tener la oportunidad de saltar aquellas partes, de no ser así leer bajo propio riesgo y responsabilidad.

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Su mirada estaba perdida en la gran ventana, miraba cómo en una rama del gran árbol que se asomaba aquel ruiseñor se limpiaba sus pequeñas alas con su pico, el pajarito dio unos cuantos saltitos en la frágil rama que apenas se movía por su pequeño peso. Cerró los ojos sintiendo la fría brisa de invierno colarse por la ventana y estamparse en su rostro despeinándole ligeramente sus negros cabellos. Llevaba tres días en esa cama de sábanas ya sucias y desordenadas, incluso la sábana de resorte que cubría el colchón se había desprendido del mismo. Su cabello estaba desordenado y su pijama también, llevaba esos mismos tres días sin ducharse y aunque su olor corporal ya le era un tanto desagradable no tenía la voluntad para levantarse a darse un baño, tampoco la tenía para comer a pesar de que su abuela le llevaba las comidas hasta su habitación, las bandejas con comida en su escritorio era la prueba de ello.

Suspiró y rodó sobre el colchón dejando de ver hacia la ventana, ahora su mirada estaba fija en su tocador donde, colgada en el espejo había una pequeña foto de él y Sirius sonriendo, Sirius los tomaba de la cintura mientras le daba un pequeño beso en la nariz y volvía a sonreír hacia la cámara; frunció el ceño y volvió a girarse quedando boca arriba mirando el techo de su blanco dosel, no era simplemente el dolor en su corazón por la decepción que le provocó Sirius al no creer en él sino también la noticia de su verdad...de su triste y miserable verdad. Era un mestizo, un repugnante y sucio mestizo, en sus venas no solo corría sangre Prince y "francés" sino muggle, en una fracción de segundos todo lo que creía que era su vida se le cayó de las manos dejándolo en una desolación que no comprendía pero le dolía de manera que no soportaba.

Quizá hubiera soportado mucho más aquella verdad si Sirius se hubiera mantenido a su lado y le hubiera apoyado como prometió, como juró antes de que todo se fuera la cesto de la basura pero no, para él fue más fácil dejarlo de lado a pesar de que lo había apoyado y secundado de manera incondicional desde el minuto uno del que se conocieron pero Sirius prefirió no hacer lo mismo con él y a pesar de que le pesaba en el corazón tendría que seguir, con él o sin él porque si los Black son tercos y no se rinden con facilidad, los Prince lo eran muchísimo más y eso no cabía duda en ningún mago o bruja.

—Mi amor...— escuchó a su abuela entrar a su habitación. Los tacones de Bastet resonaban en el suelo acercándose a la cama desordenada de su nieto —¿No has comido?— preguntó al ver las seis bandejas llenas de comida en el escritorio del menor. La Prince torció levemente los labios al no recibir respuesta, miró a su niño con cierta lástima pues no era él mismo, estaba sucio y toda su habitación que siempre estaba organizada y pulcra ahora permanecía sucia, desorganizada y hasta oscura. —Debes ducharte, cariño— dijo sentándose en una orilla de la cama posando su mano en la pierna de su nieto con delicadeza

𝐐𝐮𝐨𝐝 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐭 (Snirius) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora