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—¿Por qué despierto tan tarde?— preguntó Sirius Black a Severus Prince al verlo en la sala común sentado.

Severus estaba leyendo un libro en uno de los sofás de la sala común, sus dedos acariciaban la página de aquel extraño conjuro que había leído unos días atrás pero sí meditación fue interrumpida por la voz de su amado quien apreció con solo su pantalón y su camisa. desabrochada en algunos botones.

—Leyendo— respondió lo más corto posible viéndolo

Sirius Black camino hasta él y se sentó a un lado de Prince. El de ojos grises miro el libro que estaba descansando en las piernas de su novio y frunció los labios sin entender muy bien de qué era su lectura.

—¿Qué lees?— pregunto ciertamente interesado

—Un libro que traje de casa— dijo Severus haciendo que Sirius sonriera ante su pequeña "indiferencia"

—Me refiero a que te interesa de ese libro, Bellus— aclaró el Black aún con una sonrisa en sus labios

—Hace días leí esto— Severus poso el libro en los muslos de Sirius y señaló la parte donde empezaba aquel misterioso "hechizo" —Me dejó pensando y no lo sé...

Sirius miro lo señalado por Severus y conforme iba leyendo su ceño de fruncido cada vez más, trataba de comprender lo que decía aquel texto pero lo que se imaginaba no era posible...eso, eso sí era cosa de otro mundo.

—Si es lo que creo que es, dudo que sea posible tal cosa— confesó mirando a Severus quien avanzando lentamente

—Lo sé pero esto dice que es posible— dijo dejando escapar una risilla con los labios cerrados —Sería algo...algo imposible que se puede crear una vida a través de una simple flor

Sirius lo miro y pudo notar un poco de nostalgia en aquellos ojos negros...quizá decepción. El Black sonriendo y dejando el libro a un lado tomó las manos de Severus quien lo miraba con semblante serio.

—¿Y si es posible?— preguntó con una sonrisa ladina en sus labios

—Lo dudo, Sirius— dijo seguro

—Bellus...tú y yo sabemos que nuestras familias tienen libros verídicos y poderosos en sus bibliotecas...tus abuelos guardaban ese libro en la suya entonces algo de cierto debe de haber en ello—ánimo. Ciertamente la idea se le hacía imposible pero ¿qué tal si no lo era?

—¿De qué hablas?

—Bellus— Sirius besó el dorso de una de las manos del nombrado haciendo sonrojar —Yo quisiera unir mi legado con el tuyo, quisiera unirme y que tengamos una familia...fruto de nuestro amor. Si lo que dice aquel libro es cierto da por seguro que no me importa cuál sea el precio con tal de tener un hijo tuyo...que tengas un hijo mío, que ambos tengamos un hijo

Severus lo miro a los ojos y parpadeo unas cuantas veces procesando las palabras que había dicho Sirius con anterioridad. Le acababa de decir que quería formar una familia con él...sí, él también quería, entonces en su corazón se instaló una esperanza de ser padre junto a Sirius, de unir su amor en una vida, y sonriendo, sonriendo con ilusión para luego ser besado por Sirius Black grabándole cuanto lo amaba.

sí, él también quería, entonces en su corazón se instaló una esperanza de ser padre junto a Sirius, de unir su amor en una vida, y sonriendo, sonriendo con ilusión para luego ser besado por Sirius Black grabándole cuanto lo amaba

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—Pastel de calabaza— dijo Mcgonagall extendiendo sus manos y segundos después la gárgola dorada comenzó hacerse a un lado dejando ver una escalera de caracol —El profesor Dumbledore lo espera

El muchacho de Slytherin ignorando completamente a la profesora subió las escaleras con toda la tranquilidad del mundo, llevo sus manos a los bolsillos delanteros de su pantalón llevando su túnica un poco más atrás dejando ver su figura que como todo Black era imponente.

Sin tocar, claro, entro a la oficina, si ya lo estaban esperando no tenía necesidad de pedir permiso y aunque la tuviera no lo haría, no desgastaría sus perfecto modales con ese viejo insufrible.

—Joven Black, pase por favor— escuchó la voz del director y lo miro sentado en la silla detrás del escritorio

El heredero Black caminó hasta el profesor y lo único que captó su atención en ese lugar fue el viejo fénix del director.
Sirius hizo una mueca de desagrado al verlo jorobado y muchas partes de su cuerpo ya sin esas brillantes plumas que caracterizaban a los fénix, instantes después el ave ardió y se convirtió en cenizas.

—Tuviste suerte, lo viste en su mejor faceta— dijo con voz calmada el director

—Si esa fue su mejor faceta no me imagino la peor

Dumbledore sonrió de lado y miro a su alumno por encima de sus gafas de media luna, ese chico le intrigaba tanto, sentía que ya lo había visto en alguna parte, años atrás pero la diferencia es que el Black imponía más, sus capacidades iban más allá de lo que podría imaginarse y eso, eso no llevaría a nadie a algo "bueno".

—Siéntese, por favor— indicó el mayor y Sirius sin dejar de mirarlo a los ojos se sentó

—¿Por qué estoy aquí?— preguntó sin más comenzando a fastidiarse por no saber las razones

—No seas impaciente, muchacho— pidió Albus entrelazando sus dedos encima del escritorio —Recuerda que la paciencia consigue más que lo precipitado

—Precipitado fue que me haya mandado a llamar cuando el horario de clases aún no concluye— contradijo Sirius

—Estoy seguro que la profesora Galatea sabrá entender las razones de su ausencia

Sirius chasqueó la lengua en desacuerdo y se cruzó de brazos esperando que el viejo director hablase.

—¿Un caramelo?— fue lo único que escuchó

Sirius fastidiado se levantó de la silla dispuesto a irse pero cuando trató de abrir la puerta estaba estancada así que se giró -claramente enojado- a ver Dumbledore.

—Sirius, te llame a hablar porque por todo es cadillo corren ciertos rumores...que ciertamente me tienen, digamos, preocupado— Albus Dumbledore se levanto de su asiento

Sirius puedo ver cómo el director se dirigía a él al mismo tiempo que el ave renacía de las cenizas siendo un polluelo horrendo, sin plumas y grandes ojos (Sirius se consideraba a él mismo un gran crítico de la belleza) y esa ave era horrible, al menos en su nacimiento y lecho de muerte.

—¿Qué clase de rumores?— preguntó lo más tranquilo que se podía apreciar

—Bueno, que tú y tus amigos quieren una revolución— finalizó Dumbledore viendo al muchacho a los ojos

—Una revolución.—repitió Sirius y el hombre frente a él asintió—Yo no lo llamaría "revolución" profesor

Dumbledore pudo fingir perfectamente su clara sorpresa de que el muchacho aceptara sin más que aquellos rumores eran ciertos...eso hizo que el experimentado mago se estremeciera ante la seguridad de su alumno.

—Yo lo llamaría más bien, justicia, ¿no le parece?— ambos magos se miraron a los ojos —Yo lo llamaría justicia por el sencillo hecho de que se devolverá todo a su lugar, justo donde debe de ir

Dumbledore permaneció callado, examinando a su alumno, aquel muchacho de cabello negro y ondulado, alto y de ojos grises que podían congelar a todo aquel que los miraran, tan seguro de sí, sin temor a las consecuencias, hasta cierto punto se le imaginó a un "viejo amigo" de hace años.

—¿Puedo irme ya?

—Adelante, señor Black

La puerta se abrió y el heredero de los Black salió calmadadamente del despacho del director dejando al viejo mago analizando la situación, la frialdad de las palabras de Sirius...parecía tan imperturbable, seguro de que lograría lo que se proponía, y con ese pensamiento Dumbledore vió por venir otra guerra.

𝐐𝐮𝐨𝐝 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐭 (Snirius) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora