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Cómo una vez al mes la mesa de Slytherin estaba vacía a excepción de los alumnos de quinto hacia abajo y algunas chicas quienes parecían proteger a los menores -como siempre sucedía mensualmente-

Los Slytherin que estaban ausentes se encontraban en la sala secreta en las mazmorras, todos sentados en una larga mesa y en la cabecera de esta estaba Sirius Black viendo a todos atentamente, examinándolos y sintiéndose satisfecho por el silencio que guardaban y el respeto que le mostraban con sus miradas gachas.

—Me han decepcionado enormemente

Todos bajaron la cabeza al escucharlo hablar, temerosos por lo que les depararía.

—No puede ser que NADIE se ha tomado la molestia de averiguar sobre esta estupida revista— Sirius se levantó de su silla —Cada día me queda más claro que son unos animales inservibles que solo son útiles para besar el suelo por el que camino

—Es solo una revista...quizá todos los olvidaron ya— se animó hablar un muchacho rubio

—¿Te parece que lo olvidaron? Todos ven a Severus con miradas burlonas— recordó lleno de coraje mientras dirigía su mirada a su novio quien mantenía su mirada fija en la chimenea y sus manos encima de la mesa —¿Te parece que lo olvidaron?

—N-no, perdón— se disculpó el mismo chico de manera temerosa

—Eres un inepto— intervino Regulus totalmente molesto

La habitación volvió a sumergirse en un gran silencio y unos segundos después se oyeron los pasos de Sirius Black por la habitación.

—Quiero que me traigan a Peter Pettigrew

Con sus palabras todos se miraron entre sí tratando de adivinar a quien se lo dijo pero todos sabían que era una de esas pruebas de lealtad y servicio que acostumbraba a ponerles Black.

—Lo quiero atado a una de esas sillas más tardar pasado mañana por la noche— ordenó claramente—Quien me lo traiga será bien recompensado

Al instante todos cuchichearon emocionados por aquel privilegio, y algunos se pusieron a idear planes para llevar al Gryffindor a su amo.

Severus se levantó y se posicionó a un lado de Sirius quien sujetó su cintura con una mano y lo acercó más a él quedando ambos viendo hacia el fuego en la chimenea.
En un solo mes el impecable nombre de Severus Prince se vio manchado por horrendas especulaciones sobre que era un mestizo, claro que esos rumores se extendieron más allá del castillo y tanto la familia Black como la Prince y la Malfoy estaban haciendo de todo para que aquel rumor espantoso cediera.

—Black...— el nombrado volteó cuando escuchó su nombre—Yo leí algo que me gustaría enseñarte— dijo el joven Goyle levantándose de su asiento y mostrándole un libro a Sirius

El de ojos grises tomó el libro entre sus manos y leyó lo que había en aquellas páginas y al finalizar su lectura rió a carcajada limpia haciendo que todos lo siguieran con fingidas risas algo que fastidio tanto a Severus como a Regulus, ¿cómo era posible que finjan risas sólo para seguir a Sirius?

—¿Crees que soy tan mediocre para recurrir a la inmortalidad?— la risa de Sirius cesó abruptamente y miró bastante serio a su regordete sirviente—¿Eso crees?

—¡N-no! Claro que no— Goyle se encogió como un niño regañado mientras negaba múltiples veces

—Horrocruxes— repitió Sirius lo que había leído y le pasó aquel libro a su novio para que le echara un vistazo—Les diré algo— se acercó una vez más a la cabecera de la mesa y todos lo miraron con ojos atentos—Yo no necesito ser inmortal porque la inmortalidad es para estupidos mediocres que no tienen el poder para dejar su huella grabada en la tierra y viven con el temor que se borre quedando en el olvido— dijo arrastrando y marcando bien sus palabras—Yo, Sirius Orión Black estoy destinado a la grandeza desde que nací...que eso les quede claro.

𝐐𝐮𝐨𝐝 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐢𝐭 (Snirius) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora