Deber

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Al cumplir el mes. Realnost llamó a un Nara. Comenzó diciendo que el descanso había acabado y que ahora debían atender el problema de los relegados que milagrosamente aún no había alzado revueltas en ningún lado.

La conversación se intensificó en la parte de "¿Cómo encontrarlos?". La mayoría, por no decir todos, proponían lo mismo: Salir a buscarlos. Era la única forma de encontrarlos que se les ocurría y era la más obvia.

Suponían que simplemente iban a hacer lo que hicieron la otra vez. Cada uno un continente y tras 5 años regresar para reportar lo que habían encontrado. Así que empezaron a hablar sobre quien iría a cuál lugar. Ahí Amery intervino.

Amery, arrogante, aclaró que ya no era necesario hacer eso, que él ya había descubierto el motivo del movimiento de los Relegados. Ahí todos voltearon a verlo incrédulos, menos Realnost. Él lo estaba viendo con seriedad, pero le dio la palabra para que continuara.

Ahí él sonriente se levantó y dejó la insignia quemada sobre la mesa para que los demás la vieran. Explicó que había encontrado a un relegado en Verdún el cual tenía esa insignia pegada al pecho.

Dijo que al parecer su motivo era el mismo que el de ellos: Sanar a Madre Tierra. Solo que ellos mataban el problema en vez de adaptarse a él, en otras palabras, –Ellos mataban a las personas porque son el problema – Contó que dicha insignia había sido arrancada del pecho de un soldado en Verdún y por lo que logró investigar, el Relegado había sido el agresor, exponiéndose a la artillería lo que hizo que terminara enterrado bajo el campo de batalla.

Esto significaba que la única forma de que regresaran, de encontrarlos, era ayudándolos a matar la enfermedad. Ahí comenzó con la prisa a decir que la forma más efectiva era ir por regiones y con toda la voracidad que tenían, que así ni la artillería los pararía.

Él iba a continuar, pero Realnost lo detuvo con un gesto y con una mirada seria preguntó el motivo por el cual él ocultó dicha información hasta ahora. Amery lo vio, y sin sentirse intimidado respondió que quería entender todo para poder explicárselos mejor.

Amery iba empezar de nuevo, pero Realnost volvió a interrumpirlo preguntando que si estaba seguro de lo que estaba diciendo acerca de lo que era el problema. Él hombre confundido por su pregunta asintió lentamente.

El humano lo revisó con la mirada, descubriendo que estaba hablando en serio. Ante esto, exhaló y con un gesto les pidió a los dos menores que fueran al jardín, que necesitaba hablar a solas con Amery un momento.

Todos en la mesa quedaron en silencio, pero los dos menores obedecieron ante la mirada severa de Realnost. Se levantaron con cuidado y se retiraron lentamente de la sala, dejando a los dos mayores intercambiando miradas serias en soledad.

Antes de salir. Aisling volteó a verlos preocupada, viendo como ellos se mantenían en silencio como si estuvieran discutiendo con la mirada. Pero al ver como esa sonrisa presumida que parecía eterna en la cara de Amery empezaba a borrarse lentamente... Supo que algo malo iba a pasar.

Este, al ver que aún no había salido. Volteó hacia ella y asintió tomando una sonrisa serena, haciendo que ella le regresara el gesto y ahora sí, los dejara solos.

Así, ya en soledad y sin verle la cara al mayor, preguntó por qué pensaba que estaba equivocado. El mayor respondió que era una posibilidad y quería asegurarse bien de eso. Amery indignado le recordó que nunca daría una información sin antes haberla comprobado mil veces.

Realnost no dudó en asentir, pero de todas formas pidió la razón de que los relegados consideraran a las personas como el problema. Amery lo mantuvo la mirada diciendo que lo que había encontrado dictaba eso. El mayor especuló que pudo ser que el soldado atacó sin querer al relegado, al final, estaba en medio de una guerra y las confusiones eran comunes, más cuando ves algo que nunca has visto antes.

Él negó diciendo que si esa fuera la situación el relegado no habría tenido carne en su mandíbula y una insignia en su cuerpo, ya que no le habría dado tiempo a llegar a él en medio del caos. Eso significaba que había atacado en pleno descanso y por sorpresa, que lo estaba acechando.

El humano reflexionó sus palabras y asintió, entendiendo su punto de vista. Aun así, atacó a la defensiva diciendo que, si ese era el problema, porque solo encontró un solo cadáver de relegado. Dijo que para ese entonces debería haber miles de muertos, tanto personas como relegados, pero no... Solo uno de cientos de miles que habían habitado las ruinas. Solo había visto que atacaron a un solo soldado... – ¿Si quiera revisaste sí esa carne era humana?

Esas palabras impactaron en el hombre, no por la fuerza de las mismas, sino por lo ciertas que eran. Amery bajó la mirada pensativo, preguntándose cómo era posible que hubiera pasado eso por alto. Pero eso no era lo que más le molestaba.

Realnost notó la frustración que él sentía. Así que se levantó para acercarse a él mientras decía que su investigación y reflexiones fueron magnificas pero que lastimosamente se había equivocado.

El mayor al estar a su lado vio como Amery mantenía esa mirada decepcionada en su rostro. Sabía que él se había esforzado mucho en eso y que ante todo sus intenciones eran las mejores, solo se había desviado un poco por la confusión de la guerra y por eso no debería estar avergonzado ni decepcionado, era normal. Así que comprensivo y tomando la iniciativa de hermano mayor intentó posar su mano en el hombro de Amery para que no se juzgara en silencio. Dudó un momento, pero no se cortó y siguió... lo que no se esperó fue que su gesto fuese rechazado de un manotazo.

Amery negó diciendo que no necesitaba su condescendencia, ya que no se había equivocado. Sí, tenía errores en la investigación y quizás no había formulado las preguntas que correspondían en el momento que correspondía, pero eso no decía que su conclusión fuese errónea, no decía que el problema fuese otro.

El mayor retrocedió confundido por la agresividad de Amery y preguntó entonces, cuál era su razón para considerar a las personas como el problema. Esto hizo que el menor lo viera con cierto desprecio, pero aun así pensó sus palabras.

Cuando las tuvo listas, bajó su mirada a la mesa y argumentó que todos los mamíferos existentes por instinto desarrollaban un equilibrio natural con el ambiente circundante, pero que las personas no. Se mudaban a un área, se multiplicaban y multiplicaban hasta agotar todos los recursos naturales. Su único recurso para sobrevivir era transportarse a otra área, donde repetían el proceso. Ahí regresó con el mayor. Le contó que había otro organismo que seguía el mismo patrón y le preguntó si sabía cuál era. Ante el silencio de Realnost, el hombre respondió con firmeza– El virus.

Ellos, como tal, le estaban dando fiebre a Madre tierra haciendo que esto derivara a los otros síntomas que tenía. Debían ayudar a los anticuerpos, debían acabar con las personas.

Realnost impresionado, supuso que lo que tenía planeado era un genocidio. El mayor intentó hacerle entrar en razón diciendo lo incoherente que era su idea. Preguntando que iba a lograr con eso. Amery obvio respondió que iba a sanar a Madre tierra.

– ¿Matando personas?– preguntó incrédulo. Amery contratacó preguntando – ¿Tienes otra solución? – Realnost negó con la cabeza diciendo que aún no, pero que esa no era la solución, era una locura.

Ahí Amery se cansó de su actitud, exhaló frustrado y preguntó – ¿Por qué te rehúsas a aceptar mi solución? ¿Por qué te empeñas en protegerlos aun cuando has visto de primera mano toda la destrucción que pueden causar? – Esperó pacientemente la respuesta, viendo como Realnost se enderezaba y sus expresiones se anulaban, quedando con la seriedad de cuando se conocieron.

La respuesta fue simple. –Porque soy humano–, pero causó discordia, ya que tenían mucho significado detrás. Amery exhaló y suavemente empezó a reír, formando esa sonrisa que antaño significaba diversión, pero que ahora traía recuerdos de cenizas. –Entonces yo seré el monstruo. – declaró a tiempo que lo miraba fijamente, retando al mayor con la mirada.

El humano al ver la sonrisa entendió que no iba a lograr convencerlo. Estaba triste, ya que no quería esto, pero su deber iba primero así que se le recordó. – Mi deber es proteger a los seres vivos de cualquier ser fantasioso.

Al escuchar esto, Amery comenzó a reír divertido para después decir. – Mi deber es defender a los ecosistemas de la realidad del humano. – Para mirarlo de lado mientras anchaba su sonrisa. 

El principio de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora