Esto no lo afectó, es más, le abrió grandes puertas. Ahora, con una guerra asegurada, su proveedor había conseguido aliados muchos más fuertes y, como estaba satisfecho por "su" desempeño en crear armamento, le dio la posibilidad de expandir su investigación. La cual no rechazó.
Italia y Japón. Nuevos laboratorios, nueva maquinaria, nuevos inventores, ingenieros, biólogos, científicos a disposición, en resumen: Nuevas posibilidades. Lo único malo era que no podía tener a todo el personal a la disposición de su plan, ya que ahora él tenía que proveer a dichos países con armamento nuevo, pero tampoco era algo que lo retrasaba o distraía.
No participó en la guerra como tal, ni siquiera dio mucho que proveer, eso lo hacían otros. Él solo estaba enfocado en sus investigaciones, pero ahora no estaba avanzando. Error, tras error, tras error en la unificación de componentes radioactivos y orgánicos. Error, error, error en anclar la luz ultravioleta en un área específica de forma en la que él quería. Sin contar que los Relegados aumentaban en número de forma espontánea y esconderlos se complicaba. Se estaba frustrando demasiado, necesitaba un descanso.
Con esa excusa y después de tanto tiempo, volvió a pisar Japón. Volvió a recorrer las calles que alguna vez había usado para transportar suministros, solo que ahora no las reconocía, no del todo. Pasó por los campos, donde antes había visto a campesinos practicar, algunos de ellos habían desaparecido siendo remplazados por edificaciones o algún que otro monumento que no reconocía.
Caminar por estos lugares le traía recuerdos, buenos en su mayoría, mismos que lo transportaban mentalmente a esa época. Así que fue a cada lugar para recordar, para ir a esos buenos momentos que le daban paz mental, también para mantenerlos. Con tantos años por detrás, a él se le olvidaban las cosas con naturalidad, pero quería recordar estos en específico, mejor dicho, a alguien en específico.
Siguiendo los lugares, pasando los recuerdos, llegó a su última parada entre ellos, uno de los santuarios de Inari.
El camino de llegada no era exactamente igual como lo recordaba. Ahora había toriis a los lados del camino, guiando a unas innumerables escaleras de subida que estaba claro que no estaban ahí antes. Llegó cansado a la puerta del santuario, pero cuando lo hizo, todo se volvió nostalgia.
Fue como revivir esa escena, pero desde afuera. Él vio como la ayudaba a cojear, como entraban al santuario, como se paraban frente a la estatua del Dios, como se sentaban y posteriormente, como él se levantaba y salía del santuario en solitario, como siempre.
Se entristeció al notar que, siempre terminaba solo, ya sea porque él vivía mucho más que los demás, aguantaba mucho más que los demás, quizás porque su perspectiva era diferente a la de los demás. Motivo más, motivos menos, mismo resultado.
En sus recuerdos, regresó a la base de la estatua, viendo a Akira recostada. Aun recordaba su aspecto, el color de su cabello, la ropa que usaba, la posición en la que estaba recostada. Exhaló viéndola, hasta que vio como esa imagen de Akira cobraba vida, alzaba la cabeza con lentitud y como si lo viera, como si estuvieran en la misma habitación, ella lo miró de arriba abajo, buscó sus ojos y cuando intercambiaron miradas... le sonrió. Una sonrisa feliz, de ver a alguien conocido después de mucho tiempo, una de reencuentro.
Era como si estuviera ahí realmente, pero acabo de unos segundos todo se aclaró, mostrando que no había nadie ahí, que él le estaba regresando la sonrisa a la nada. Aun así, mantuvo la sonrisa. Se acercó a la estatua del Zorro y la contempló, viendo que ahora estaba libre de ofrendas, totalmente pulcra.
Después de un tiempo, él se sentó a los pies de la estatua como aquella vez y recostó la cabeza de la misma para murmurar apenas audible – Te sigo esperando – Seguido de esto, cerró los ojos cansando, muy cansado, tanto que sin darse cuenta cayó dormido.
Horas después despertó lentamente, viendo el cielo azul del amanecer. Él se sorprendió por la fácil que había caído dormido, también como había un pequeño tazón enfrente de él, mismo que parecía recién hecho y casero, incluso con sus cubiertos, pero lo que más lo confundió fue que estaba totalmente solo.
Revisó los lados otra vez, escuchó atentamente los alrededores, nada de nada. Él incrédulo, levantó la cabeza hacia la estatua en sospecha.
Volvió a ver el tazón de reojo y se quedó viendo como el vapor se elevaba del mismo. No es que no quería comer, solo que no tenía hambre, bueno, realmente, desde ese día él rara vez comía algo, suponía que por eso era que ese tazón estaba ahí.
Continuó viendo el tazón por un tiempo más, hasta que terminó comiéndolo. Fue lento, despacio, él quería saborearlo lo más que podía, ya que esa era su última parada, luego de esto tenía que regresar al trabajo.
Después de terminar de comer, curiosamente lavó el tazón con sus poderes y lo regresó al lugar donde lo encontró con cuidado. Algo así como en señal de respecto, según él.
Ahora, con todo arreglado y en su lugar, se levantó del suelo y se dirigió hacia la estatua para decirle –Sé que algunos dioses no son malos y sé que eres uno de ellos, pero tampoco esperes que te dejé una ofrenda... ¿Podrías hacerme un favor? Si la llegas a ver, dale saludos de mi parte y dile que cuando quiera verme, sabe cómo encontrarme – Él sonrió recuperando la compostura y con mejor actitud que cuando llegó, dejó el santuario nuevamente en solitario. Sin saber que realmente lo había escuchado.
Ya regresando al trabajó, fue a Nagasaki donde se ubicaba una de las fabrica de armas la cual se suponía que supervisaba, cosa que no hacía, así que al menos tenía que poner orden para poder volver a las investigaciones lo antes posible.
Revisó por ahí, revisó por allá, dedicó algo de tiempo a conocer a algunos socios y trabajadores para posteriormente hablar con la persona que había dejado al mando para concluir ciertos detalles, también para aclararle que él rara vez estaría por la zona, por no decir que seguramente no iba a regresar a ese lugar. Ese hombre entendió sin mayor problema y hasta se ofreció decir que él se paseaba por el lugar de vez en cuando si llegaban a preguntar por él.
Amery bastante complacido y ahora revitalizado, fue al laboratorio de Nagasaki para continuar con su labor, ahora con una mente descansada y tranquila. Retomó su investigación desde donde lo dejó y con el tiempo logró resultados de formas muy características, algunas desconocidas.
Lo que sabemos es la forma en la que pudo mantener a los relegados en un mismo lugar sin levantar sospechas, presentándolos como uno de sus experimentos en desarrollo. Así fue como los alemanes, entre preocupados y curiosos, les buscaron un lugar para que siguiera experimentando con ellos. Ahí los dejó a cargo con ciertas instrucciones que deberían seguir para que continuaran con una idea que a él se le había ocurrido después de analizar su sangre.
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El principio de todo
Science FictionSeguimos el crecimiento de la tierra desde el principio de los tiempos por el paso de 4 eras principales. Era de lo "dinosaurios", La era de las "Bestias", Era de los "Dioses" y la era de la "Humanidad". Donde hubo intervenciones y sucesos de 4 pers...