Capítulo XIV: Un 13 de julio (Editado)

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Mientras preparo mi maleta me pregunto como es que llegue a este punto con alguien así, tan frío, tan egoísta, tan narcisista, pero es el chico que me gusta; creo que a veces estoy con él porque es lo que yo no puedo ser

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Mientras preparo mi maleta me pregunto como es que llegue a este punto con alguien así, tan frío, tan egoísta, tan narcisista, pero es el chico que me gusta; creo que a veces estoy con él porque es lo que yo no puedo ser... 

A pesar de lo que me han hecho, después de Oliver, la muerte de Lucía, mi hermano y tía no he podido endurecer mi corazón a tal punto de querer ser lo peor, solo vivo mi vida y aunque ya no soy como antes, sé que cambie a pesar de que no soy mala como quiera serlo.

Solo tenía 17 cuando conocí a Oliver y ahora ya no soy aquella chica que no sabía el potencial que tiene hoy en día.

Las heridas no duelen para siempre, me lo repito todos los días, cuando creí que no iba a superar a Oliver, me fui sin mirar atrás, con mil nudos en la garganta, pero lo logré, me fui de su vida, tome un sendero sin retorno y no mire atrás.

Sé que no lo volveré a ver, pero al menos no me arrepiento de las veces en la que nuestros cuerpos se fundieron en uno mismo, esas noches en la que nuestras bocas colapsaron con un profundo beso, esa noche en la feria en donde me entregue en cuerpo y alma.

Ya está hecha mi maleta, reviso que no me falte nada y parto hacia el aeropuerto, con mil estigmas, pero con ganas de ir a ese viaje con alguien que me gusta, no lo amo, pero ha sido mi refugio, me ha escuchado lo suficiente para darme cuenta de que él y yo somos puro voltaje, tal vez sea un narcisista, pero lo quiero y eso no cambiará.

Horas más tarde

No puedo creer que a lado mío está un hombre tan sexy como él, trae un pantalón blanco y una camisa de color azul; se ve muy bien, lo admito.

El vuelo despegó hace una hora y media y mientras él revisa las notificaciones de su celular, yo estoy recargada en la ventana observando la nada, solo se ven las nubes en el cielo, el amanecer fusionándose con el atardecer; no hay más... solo nubes, pero siento una sensación rara en mi cuerpo, siento placer por viajar con él, pero algo me dice que querer demasiado a alguien puede hacer que resultes lastimado.

— ¿Estás bien? –me mira con detenimiento–

— Supongo...

— ¿Supones?

— Sí, supongo... sabes, es curioso que esté viajando contigo a un lugar que no he conocido, nunca he ido al Caribe, pero siento que cuando estoy contigo ya he conocido todas las maravillas del mundo.

— ¿Eso es lo qué sientes conmigo?

—No –me sincero–

— ¿Entonces qué es lo que sientes?

— No lo sé, eres un huracán en mi vida... pero eres mi lugar seguro cuando te lo propones, aunque detesto que los mensajes me los respondas tan escuetos y simples... Sabes la primera vez que te conocí, recuerdo que eras muy seco al responder.

La venda en mis ojos  © ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora