Al caminar por la calle con los pómulos enrojecidos por "el especial" con una bolsa llena de medicamentos me encaminé hacia el lugar en el que me hospedaba, sin ganas de hacer nada mande un mensaje a mi madre, luego me fui a la cama.
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A la mañana siguiente recibí un mensaje por parte de una chica de servicio estudiantil que buscaba hacer prácticas en el máster de preparar postres o algo así ... Siendo honesta, no recuerdo bien el mensaje, lo único que podía recordar bien era la cruda que me puse de forma accidental y lo mal que me trato este chico, sin conocer el lugar, sin mi madre, sin tener zona de confort, sin saber que pasaría con lo del máster en cocina salí a la calle a toda prisa sin pensar en nada.
Caminaba por las calles de São Paulo sin rumbo hasta que un escalofrío surgió desde la punta de mis dedos, conozco esa voz, mi cuerpo lo sabe... es él.
— Dame el más grande, por favor...
Su voz es diferente a las que he escuchado, no es muy gruesa, pero tampoco es muy aguda, es única e hipnotizante.
— No, quiero esa, dame la más grande, por favor, ¿Cuánto es?
No sé si voltearme y verlo a la cara después de lo que paso entre nosotros o simplemente salir corriendo, pero mi cuerpo reacciona demasiado lento cuando le doy la orden de que me vaya ahí.
— Disculpa, eres... ¿La chica del brigadeiro? –me toca el hombro mientras estoy de espaldas–
No tengo más remedio que voltearme y afrontar esta situación vergonzosa.
— ¿Disculpa? –finjo demencia–
—Te pregunté que si eres la chica del lugar que pidió el especial y su brigadeiro...
— Ah, si y tú eres el que me dio los medicamentos, verdad.
—Así es, qué curioso, nos volvemos a encontrar... ¿A caso me estás siguiendo?
–Me empiezo a reír con sarcasmo–
—Ja, ja, ja, ¿yo a ti? ¿Seguirte? ¿Qué me viste cara de sabueso?
— Ja, ja, ja no, pero tal vez mi perfección te deslumbra.
<< Por favor, el tipo si está muy bueno, pero tampoco es para tanto, he tenido mejores partidos>> –pienso por instantes en mi cabeza–
—Ey, ¿sigues aquí?, ¿Chica del brigadeiro?
<<Mierda, no respondí>>
— Por supuesto que sigo aquí, solo que estaba pensando que voy a comprar, ¿y tú qué haces aquí comprando tantas cosas?
— Me gusta cocinar, soy muy bueno en ello.
— ¿Un hombre qué le guste cocinar?
—Sí, soy bueno en eso y en las demás cosas, soy bueno en todo. –se da aires de grandeza mientras se toca el puente de la nariz–
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La venda en mis ojos © ✅
RomanceTodos tenemos una venda en nuestros ojos, la cual cubre las crudas realidades de la vida. Elisa lo sabe mejor que nadie, porque amar te hace dueño del soñar, pero también te hace dueño del odiar. La pregunta es: ¿Quién le quita la venda que cubría...