Elisa W.H.
— ¿Quieres casarte conmigo mi amor? –él me mira con esos ojos que tanto amo–
Un hormigueo recorre mi cuerpo, una simple pregunta llena a todo mi ser. Sé que estuve esperando este momento, tal vez he esperado este evento toda mi vida, pero como puedo saber si ahí debo dar el paso más importante de mi vida, si puedo confiar nuevamente en Peter Ryder, sé que me golpeo, que me refuto en la cara que era una zorra por haberme visto con Oliver, pero nadie puede mandar al corazón, él solo dicta de quien se enamora, no cuestiona solo actúa, solo desea vivir y experimentar, anhela conocer el amor.
Yo amé a Oliver y eso nadie lo podrá cambiar, pero él ya no es mi presente, ya no soy aquella chica que se enamoró de aquel chico que sonreía para mí, que me dio los momentos más dolorosos y apasionados de mi adolescencia, aquel chico siempre lo voy a querer, pero a Peter, él es mi todo y sé que es muy masoquista de mi parte estar con alguien como él, pero eso no me importa porque yo quiero formar una vida con él, quiero tener estabilidad, deseo amanecer a su lado y ver esos hermosos ojos que tanto me gustan, sé que las parejas pasan por problemas y nosotros no somos la excepción y estoy segura de que él no volverá a tocarme porque él me ama más que a su vida misma.
Los latidos de mi corazón se aceleran y puedo notar que a mi alrededor todos están esperando mi respuesta, sé que estoy dispuesta amar a este hombre que tengo enfrente de mí, así que me agacho para mirarlo a los ojos y le pido que se levante, lo tomo de la mano y le digo frente todos lo que mi corazón me dicta.
— Peter, sé que esperas una respuesta corta y sencilla, pero sabes que no soy esa clase de mujer. Desde que te conocí mi mundo cambio, mi corazón fue robado y no supe como reaccionar ante tal situación... –hago una breve pausa– Mi amor, te amo y te amaré pase lo que pase, sé que somos seres humanos y nos equivocamos, pero déjame amarte con todos tus matices, déjame abrazarte todas las mañanas y hacerte mío, quiero ver esos ojos de los cuales me enamore, deseo hacerte muy feliz y reflejar todo mi amor con besos apasionados y salvajes, quiero que nuestras caricias sean eternas y que hagamos el amor apasionadamente hasta el amanecer –lo sujeto de su rostro mientras nuestras miradas se funden en una sola y olvidamos que hay un muladar de personas alrededor de nosotros– Niño, si es necesario ser tu esposa, lo seré, pero quiero que sepas que tú ya me tenías a tus pies antes de pedirme que sea tu mujer, mi vida ya está trazada y quiero compartirla contigo, así que con todo el amor de mi alma, deseo ser tu esposa. –lo pego hacia mí y le doy un beso profundo, uno de esos que solamente se da una vez en la vida, tomo el anillo y lo coloco en mi mano, lo suelto y lo vuelvo a mirar a los ojos.– Mi amor, déjame ser tuya para el resto de la eternidad.
Él no sabe qué decir, pues sus ojos muestran confusión y al parecer es que yo lo he sorprendido más a él que a mí, la gente que está al rededor de nosotros aplaude con fervor y todos los invitados gozan de la celebración.
El día transcurre y la noche llega, mis sentimientos se asientan en lo más profundo de mi ser y veo en mi mano como resplandece aquel anillo dorado con un diamante verde esmeralda, lo observo detenidamente y veo como dice una pequeña, pero visible leyenda que dice: "La lealtad es de ambas partes, si te lo pido a ti, lo recibirás de mí".
ESTÁS LEYENDO
La venda en mis ojos © ✅
RomanceTodos tenemos una venda en nuestros ojos, la cual cubre las crudas realidades de la vida. Elisa lo sabe mejor que nadie, porque amar te hace dueño del soñar, pero también te hace dueño del odiar. La pregunta es: ¿Quién le quita la venda que cubría...