Capítulo V: Nada es para siempre (Editado)

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Ocho años atrás

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Ocho años atrás

"El tiempo es relativo, afirmó Einstein" y la verdad es que lo creo.

Han pasado semanas desde qué Oliver y yo nos sincronizamos en alma y cuerpo, las cosas han fluido bien entre nosotros a pesar de no tener una relación sin ningún compromiso, eso para mí fue muy confuso en un principio, ya que no éramos nada en especial, a pesar de que yo quería ser su pareja y que existiera la monogamia entre nosotros no fue así, solo éramos amigos que ya se habían acostado.

Las semanas transcurrían como si el tiempo no existiera, todo avanzaba muy rápido, las evaluaciones escolares eran constantes, no paraban. Recuerdo que estaba tan feliz y motivada en mis estudios que en la segunda evaluación de ese año mis notas fueron las mejores de toda la institución, en mis trece materias que llevaba saqué dieses, todo parecía un cuento de hadas, las tardes eran hermosas y a su lado eran las más magnificentes, mi popularidad fluía cada vez más, en los talleres extracurriculares que llevaba las cartas me llovían en el pupitre, todas las confesiones de amor eran extremadamente intensas hubo chicos en particular que de verdad hicieron cosas grandiosas por mí, que incluso hicieron que Oliver se pusiera celoso conmigo porque tantos hombres me deseaban que no se contenían y me besaban en la frente sin ningún permiso recuerdo esa vez cuando conocí al chico más aventurero y desinhibido que le guste su nombre era Arturo James Rivers.

Él fue una bomba de intensidad, ya que se enfrentó con Oliver y le dijo que era poca cosa para mí, todavía recuerdo esa tarde que lo conocí yo estaba sentada en un restirador dibujando un paisaje cuando alguien con una cerbatana me lanzo un papel en la cara que decía "La vida es corta Josh, así que disfruta y besa ya a esa chica" era obvio que no era para mí el papel con el mensaje, pero ese día no me encontraba de buenas así que me levanté de mi asiento y me dirigí hacia él para aventarle el papel en la cara.

— Mira, chico, no sé cómo te llames y ni me interesa saber tu nombre, pero deja de aventar tus papelitos a tu amigo y dile lo que le quieres decir en la cara, no por un papel estúpido, porque si le dices que vaya tras esa chica entonces eres el menos indicado para decirle eso, ya que ni siquiera tú tienes el valor de pararte de ese asiento e ir con él. –gesticulo con arrogancia mientras arqueo mis cejas irritabilidad–

— ¡Ah con que sí! Con que tu chica me vas a decir como tengo que hacer las cosas, ¡Bien!, te enseñaré como se hacen las cosas

El chico se levanta de su asiento y me toma por la cintura para impulsarme hacia sus brazos.

— ¡Ey ¿qué haces?, que te pasa! –le digo mientras forcejeo–

— Te voy a demostrar como se hacen las cosas, chica egocéntrica

— ¿Quién te...?

Me empuja contra el restirador tomándome de las muñecas y me besa de forma impetuosa. Pude sentir sus labios cálidos restregándose con los míos, sentí como brotaban fuegos artificiales mientras me magreaba las caderas, pero lo aparte de mí y lo abofeteé.

La venda en mis ojos  © ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora