Elisa W.H.
Entre a casa a toda prisa y azote la puerta de mi cuarto.
Me aventé en mi cama y me puse a llorar como una niña pequeña.
Me sentí tan mal al escuchar a Selma como presumía con sus amigas de que se había acostado con Oliver.
Sentí un vacío en mi pecho porque pensé que Oliver me quería de verdad, pero resulto que se acostó con Selma y Ana.
Una tormenta de emociones negativas se apoderó de mí hasta que escuche pasos a lo lejos de mi cuarto, pues al parecer se acercaban a tocar mi puerta.
—Elisa, hija, ¿todo bien? –pregunta mi madre al otro lado de la puerta–
—Sí, mamá –le digo con un hilo de voz–
—¿Segura Elisa? Es que te vi con lágrimas en los ojos cuando entraste corriendo al cuarto–
—¡Que sí! ¡Déjame sola!
—Está bien, hija, pero alguien te está esperando abajo, así que mejor sal de la habitación.
¿Alguien esperándome?
¿A caso era Oliver?
Como pude limpie las lágrimas de mi rostro, me arregle el cabello que traía hecho un desastre, me retoque un poco el rubor que traía en la cara.
Baje las escaleras con disimulo y cuando vi quién estaba esperando en sala fue una gran sorpresa para mí.
<<Es Arturo>>
Me acerco a la sala con discreción, me puse detrás de él y le tapo los ojos.
—¿Adivina quién soy? –le dije con voz chiqueada–
—Eres la niña de ojos de sapo. –me dijo entre risas–
—¡Eres un tonto! –le golpeo la cabeza–
—¡Auch! –él se gira para mirarme y se da cuenta de que me puse a llorar– ¡Ves! ¡Te lo dije! Solo cuando lloras tus ojos se hacen de sapo.
—Eres un bobo. –le digo molesta–
—Y tú eres muy emocional, fresita.
—¿Fresita? –alzo una ceja con reclamo– ¿A caso me viste la cara llena de amibas o está roja?
Él se empezó a reír como desquiciado hasta que algunas lágrimas salieron de sus ojos.
—¡¿Es en serio que dices amibas?! –vuelve a reír y él me contagia de su alegría que yo también empiezo a sonreír.
—Pues sí, solo las fresas están llenas de esos bichos. –le digo molesta– Y yo no tengo nada de eso, a demás ¿Por qué me pones un apodo diferente cada vez que me ves? –le cuestiono–
ESTÁS LEYENDO
La venda en mis ojos © ✅
Roman d'amourTodos tenemos una venda en nuestros ojos, la cual cubre las crudas realidades de la vida. Elisa lo sabe mejor que nadie, porque amar te hace dueño del soñar, pero también te hace dueño del odiar. La pregunta es: ¿Quién le quita la venda que cubría...