[𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟒]

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CAPÍTULO 4
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—Jihoon-ssi, un café frío, un café con leche más  una rebanada de pastel de frutos rojos y dos crossaints rellenos con crema para la mesa tres porfavor. —dijo la chica rubia que estaba detrás del mostrador recibiendo las órdenes.

—En camino. —Respondió el después de dejar una nueva bandeja con un pedido recién preparado y volver a la cocina donde puso manos a la obra con el pedido que acababan de anunciarle.

Era miércoles por la noche, tal vez nueve o diez de la noche, no estaba seguro de la hora correcta pero sabía que aún faltaba para el horario de salida.
La cafetería estaba tranquila, la mayoría de los clientes disfrutaban de sus pedidos en sus respectivas mesas y uno que otra persona entraba solo para pedir para llevar.

Hoy era su segundo día trabajando en aquel lugar, solo bastó contestar al mensaje que le había dejando el señor Smith para que pudiera trabajar nuevamente en la cafetería.

El señor Smith era un hombre de, aproximadamente, 60 años; nació en algún lugar de Estados Unidos pero hace tiempo atrás en unos de sus viajes turísticos en Corea conoció a la señora Han quien tiempo después se convirtió en su esposa, madre de sus hijos y mano derecha en su pequeña cadena de cafetería en Seúl.

Jihoon conoció a ese tierno matrimonio un día en el que se sintió en extremo aburrimiento por estar tantos días encerrado en casa y tomó la decisión de salir a pasear por los alrededores, fue ahí donde se topo con una cafetería pintoresca y llamativa que en sus ventanales tenía un letrero que anunciaba que estaban necesitando un nuevo personal.
Aunque Jihoon lo leyó no le paso por la cabeza trabajar en un lugar como ese, a demás no estaba seguro si su madre se lo permitiría; pero, de todos modos entró al lugar, pidió algo ligero de tomar y se sentó en una esquina donde se podía observar todo el lugar.

Desde la entrada, las mesas esparcidas por el extenso lugar y lo que parecía ser la cocina donde tenía una vista perfecta de como preparaban cada una de las bebidas, ni hablar de las distintas exibidoras que estaban repletas de pasteles, galletas y demás masas dulces y saladas con las que podías acompañar tu bebida.
Pero lo que más logro cautivarlo eran los varios focos colgados que estaban repartidos por el techo, dejando una vista mucho más estética al lugar.

Sus ojos habían captado cada detalle del lugar y confirmó que esa cafetería de volvería su favorita.
El deseo de probar algo más que café frío lo llevó nuevamente hacia el mostrador donde está vez había un hombre de ojos azules, cabello blanco y marcadas arrugas por su rostro.

—Muchacho. ¿Vives cerca? — El hombre mayor le habló después de que el castaño dijera su orden.

—Solo tengo que tomar un solo bus para llegar— Le respondió— Tal vez unos diez o quince minutos

El hombre de cabellos blanco le sonrió de forma amable— ¿Por las dudas no te interesa trabajar en una cafetería? —Preguntó sin revuelo.

Jihoon nervioso no supo que contestar— Nunca eh trabajado en una, señor— respondió tímido.

—No hay que ser experto para trabajar en una —dijo aún con la sonrisa plasmada en su rostro— Puedo enseñarte si decides trabajar aquí. La paga es buena.

La idea de poder ganar dinero de manera propia no le estaba cayendo mal después de pensar de manera rápida y llegar a la conclusión de que en sus manos o bolsillo no había ni un solo centavo desde que había salido del hospital, tampoco tenía una billetera.

Esa fue la razón por la cual decidió decir que sí.

Esta no era la primera vez que suplantaba a alguien que trabajaba en el lugar, de hecho esa eran la razón principal por la que estaba allí.

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