3.- Por Qué Te Quiero

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El sol llegaba a Konoha y en un pequeño departamento de la villa  un moreno trataba de despertar a un rubio adormilado.

—Vamos dobe despierta.

—No quiero Iruka-sensei —dijo entre dormido y despierto.

—Naruto… —llamó serio—. Están atacando Konoha.

Ante el comentario del mayor el rubio se paró rápidamente y tomo sus kunais, iba a salir por la ventana, pero Sasuke lo agarró por la cintura impidiéndole su salida.

—¿Qué haces teme? Suéltame, están atacando la villa.

—Cálmate tonto, sólo dije eso para que te despertaras, llevaba hablándote media hora y tú ni en cuenta.

—Eres un idiota.

—Sí, pero soy tú idiota.

—Teme —se sonrojó ligeramente.

—Así como tú eres mi dobe.

Sasuke jaló al trigueño para la cocina, Naruto quedó sorprendido. ¡SU COCINA ESTABA DESTROZADA! había manchas de salsa en el techo, la estufa estaba quemada, las paredes tenían harina y el piso tenía como 15 huevos rotos en el suelo.

—Mi cocina...— dijo con el alma de fuera.

—Sí, eso, ya lo limpio después.

Tomó la mano del menor y lo sentó en la mesa que era lo único que estaba limpio.

—Anda, come, espero te gusté —puso frente a él un tazón de ramen que tenía muy buena pinta.

—¿Tú hiciste esto?

—Claro dobe, a decir verdad nunca había hecho ramen, estuve cocinando desde las cinco de la madrugada para hacer que supiera como el de Ichiraku, pero esto es lo mejor que pude hacer, espero que te guste.

De repente Naruto lo entendió, su Teme había dejado así la cocina por estar experimentado, y lo que de alguna forma le alegró más, es que el chico estuvo desde temprano cocinando para él, de algún modo, el saber que era lo suficientemente importante como para que el moreno hiciera eso lo alegró bastante.

Dio un sobró a la sopa mientras Sasuke le observaba atento.

—¿Y bien?

—Déjame decirte teme que sí tú intención era que supiera como el de Ichiraku, entonces fracasaste.

—Ya veo... —se sintió pésimo por las palabras.

—Porque este sabe aún mejor —dijo con una enorme sonrisa.

—Qué bueno que te guste —habló con su tono frío de siempre pero con una sonrisa casi imperceptible—. Apúrale que en un rato tenemos que ir a la ceremonia que habrá.

—Claro teme ¿Por cierto tú no desayunas?

—No dobe, ya desayune hace rato, anda come tú cariño:

—Claro... —dijo avergonzado por el apelativo.

—No te sorprendas amor, después de todo somos novios, lo más lógico es que nos llamemos por nombres cariñosos.

—¿A qué te refieres teme?

—Sí, te seguiré llamando dobe por aquello de la costumbre, pero también te llamaré, no sé, podría ser cariño, amor o mi favorito zorrito.

—Ya teme —a cada apelativo se ponía más rojo.

—Jajá ¿Y tú cómo me llamarás?

—¿Eh?

Perdoname SasuNaru Donde viven las historias. Descúbrelo ahora