—¡ESOS MALDITOS ALDEANOS! ¡LOS ODIO! —se quejaba Kurama.
¿El motivo? Bueno, lo que sucede es que en el mes en el que se habían ido de Suna habían estado en varias aldeas, pero en todas era lo mismo, tan pronto alguien identificaba a Naruto una multitud lo empezaba a insultar, e incluso lo apedreaban.
—Ya cálmate Kurama —decía Naruto mientras curaba sus heridas, producto de la última villa a la que habían ido.
—¡JURO QUE LOS MATARÉ A TODOS! —gritaba desde el interior del rubio.
—No puedes culparlos... después de todo ¿Quién querría a un violador viviendo en su aldea? —comentó triste.
Al parecer Sakura no le bastó con exiliarlo de la villa o del mundo shinobi, ya que la muy maldita empezó a esparcir la noticia de que Naruto la había violado, y ese era el motivo por el cual ahora el rubio parecía apestado y era rechazado en todos los lados a los que iba.
—¿Qué haremos ahora?
—Creo que podríamos ir a las villas del norte, entre más lejos estemos, dudo que alguien me conozca.
El rubio nunca se habría imaginado que la buena fama que se hizo en la guerra, sería ahora la que juegue en su contra.
—Bien, supongo que tiene lógica.
—Kurama, he estado pensando que debemos ir a través del bosque, de esa forma evitamos que alguien nos ataque.
—¿No crees que es más peligroso? Recuerda que el bosque está lleno de bestias y en tu estado nos sería difícil defendernos.
—Kurama... la verdad es que le tengo más miedo a los humanos que a los animales —el pobre rubio incluso se aplicaba alcohol en el lugar donde alguien le aventó una piedra.
—Supongo que tienes razón, al menos los animales sólo dañamos a otros por hambre o por defendernos y no por el simple placer de dañar.
—Bueno, no se diga más y andando, ya que en menos de cinco meses tengo que encontrar a alguien que me ayude en el parto.
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En Konoha habían pasado casi dos meses desde que Naruto se fuera y las cosas no podrían estar peor para algunos y mejor para otros.
Para empezar, a Hinata a manera de castigo se le prohibieron las misiones hasta que se disculpara con Sakura, obviamente la chica no lo hizo y desde entonces dependía de Iruka quién gustoso se hacía cargo de ella.
—Estoy en casa —era Iruka quién venía llegando de su trabajo en la oficina de la quinta.
—Bienvenido sensei, la cena ya está lista, así que puedes sentarte a comer.
—Gracias, me lavo las manos y ya te alcanzo.
En el tiempo que llevaban viviendo juntos Hinata al no tener nada mejor que hacer se encargaba de la limpieza de la casa mientras el moreno trabajaba, pero además de eso, la chica casi no salía de la biblioteca, andaba buscando un jutsu que le ayudara a probar la inocencia de Naruto.
—Está delicioso —comentaba el moreno al comer una sopa de miso.
—Iruka-sensei, hoy leí de un jutsu que nos puede ayudar a probar la inocencia de Naruto-kun.
Iruka dejó de comer para escuchar atento.
—Se llama “Jutsu revelador” y bueno, como su nombre lo indica, es capaz de mostrar la verdad sobre lo que se pida, de hecho es un jutsu derivado del clan Yamanaka.
—Entiendo, podría servirnos ¿Cómo se realiza?
—Ese es el problema, por un lado según leí los sellos son básicos y hasta un genin podría hacerlo, pero también se necesita un pergamino especial y según sé sólo hay uno en Konoha.
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Perdoname SasuNaru
FantascienzaDespués de que la guerra por fin terminó todo estaba en paz y tranquilidad, apenas habían logrado sellar a Kaguya y despertado a aquellos que cayeron en el tsukiyomi infinito, por fin había armonía entre los ninjas y después de arreglar ciertos asu...