17.- Yo Te Amo

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Después de la noche que pasaron Sasuke y Naruto, y gracias a que el rubio no podía moverse, ahora era el azabache quien le llevaba cargando y como el menor destrozó sus ropas, Sasuke tuvo que prestarle su propio bóxer que le quedaba como short y su camisa, mientras el otro usaba su pantalón sin ropa interior y el chaleco ninja que solía portar desde que se reincorporó a Konoha.

—Teme, apresúrate, ya quiero ver a los niños —le decía Naruto desde la espalda de su ahora pareja mientras iban camino a casa de Iruka y Kakashi.

—Ya  voy dobe, yo también ya quiero verlos.

Al poco rato llegaron, Sasuke tocó la puerta atendiéndolos el amable moreno que ya se veía bastante mejor a como la última vez.

—Buenos días Iruka-sensei, hemos venido por los niños.

—¿No quieren dejármelos otros días más? No mucho, unas semanas, un año si gustan, por favor… —casi imploraba el pobre hombre pues sabía que su pareja no se contendría sin los niños cerca.

Y como si leyera sus pensamientos el ninja copia salió rápido a la puerta tomando a Kuroma por el cuello, quien a su vez abrazaba posesivamente a Veko mientras el pequeño cargaba a Kurama en su forma zorruna.

—Aquí están sus niños y mascota —dijo con un tic en el ojo mientras los otros dos contenían la risa al ver que sus cabellos alguna vez blancos ahora parecían un arcoíris.

—Ni aguantas nada —habló burlón Kuroma—, uno ya no puede dejar salir sus cualidades artísticas porque se lo toman a mal.

Y hasta allí fue que pudieron contener sus risas, incluso Iruka se burlaba del peliplata a quien no sólo le hicieron un cambio de look, también el dulce Kuroma le dieron ganas de comer bombones y aprovechando que estaba aprendiendo el katon pues se le ocurrió agarrar la colección de libros de Kakashi para iniciar una fogata.

La cosa hubiera estado bien si sólo hubiera sido eso, el pequeño quien aún no perdonaba que en cierta ocasión Kakashi le quitó a su adorado Veko estaba desquitándose de lo lindo, cuando Veko y él se pusieron a ayudar en la cocina a Iruka, las cosas no terminaron bien para el pobre ex peliplata.

Flash back.

Después de que Sasuke llevara a los niños y zorro, Iruka les llevó a la cocina para que le ayudaran con la comida.

—¿Yo también puedo ayudar? —preguntó tímido Veko pues en ocasiones se sentía un inútil por su falta de visión.

—Claro que si Veko-chan —dijo Iruka amable mientras le pasaba arroz y poder hacer kushiages mostrándole pacientemente como hacerlos.

Kuroma, quien aprovechó que Iruka estaba ocupado empezó a hacer los triangulitos de arroz, aunque con ingredientes extras, sonrió traviesamente y corrió a la sala llevando el plato a donde el peliplata leía tranquilamente.

—Kakashi-san —le llamó bastante amable—, le hice unos kushiages que el abuelo Iruka me enseñó a hacer, los hice con mucho cariño y ojalá le gusten.

Definitivamente nadie dudaría de ese “pequeño angelito”, ni si quiera el gran ninja elite que se dispuso a comer los triángulos de arroz, pero apenas dio el primer bocado cuando casi quería vomitar.

—¿No le gustó? —y fingió decepción bajando “triste” su cabeza, el mayor al ver eso simplemente no pudo decir la verdad por miedo a lastimar sus sentimientos.

—Están deliciosos —incluso lagrimeaba por el sabor tan amargo que tenía, casi pudo sentir que uno de los kushiagues tenía cascarones de huevo y otro más estaba en exceso picoso, pero aun así se los comió todos sin rechistar—. Estaban deliciosos, pero quisiera saber cómo los hiciste.

Perdoname SasuNaru Donde viven las historias. Descúbrelo ahora