Entre Mentiras y Secretos

† ~° PRÓLOGO °~ †

Absolutamente todos, en el fondo somos iguales. Tenemos las mismas necesidades, por qué en el fondo todos somos animales salvajes.

Desde que nací supe que había algo raro en mí. Desde el hecho de que nací sin vida y estuve así durante varios minutos donde mi madre lloraba y suplicaba por la vida de su hijo, hasta las enfermeras intentando tranquilizar a mi madre. El doctor seguro de que la vida había abandonado mi cuerpo mucho antes de salir de mi madre, se acercó a mi padre, el cual estaba en un estado de shock. Su deseo de ser papá, ser el mejor padre, eso era todo lo que él quería, pero ver el cuerpo de su bebé sin vida le indicó que eso ya no sería posible. Ya no lo sería nunca más.

El doctor con lástima se lo confirmó.

-Lamento decirlo, su hijo a nacido sin vida...

Mi padre dejó de escucharlo. En ese momento fue cuando las lágrimas comenzaron a salir; mi papá  no pudo evitarlo más y cayó al suelo de rodillas, llorando por la muerte de su hijo.

Fue raro para todos escuchar el pequeño chillido de un bebé, el llanto. Las enfermeras confundidas voltearon hacia donde se encontraba el pequeño cuerpo del bebé, sobre una mesa de metal, él cual ahora comenzaba a dar indicios de vida. El bebé lloraba lo suficiente como para ser escuchado; el doctor fue el primero en actuar, se acercó al bebé y lo alzó en brazos al notar cómo este intentaba vivir. Le dio unos pequeños golpes en la parte trasera, haciendo que el bebé llorara aún más.

Mi madre suplico que le pasaran a su hijo, quería asegurarse que estaba vivo. Con toda la felicidad de mundo lo alzo en brazos, no le importo que estuviera lleno de sangre, solo quería sentir la pequeña respiración de su bebé.

Mi padre se levantó y se acerco a ella, juntos confirmaron que su bebe había vuelto a la vida. Ambos se miraron, sonrieron y se dieron un beso.

-Se llamará Victor.

Le susurro mi madre a mi padre. El asintió aprobando el nombre.

Pero su felicidad no les duro tanto, ellos comenzaron a sospechar qué su pequeño Victor escondía un secreto, un grande y oscuro secreto.

El pequeño bebe no lloraba, no jugaba con sus juguetes, prefería quedarse sentado en su cama mirando un punto, cuando comía prefería hacerlo el solo. Aprendió a hacer del baño el solo, no le gustaba la ayuda de nadie.

¡Oh, si! Victor había aprendido a hacer varias cosas por si solo a su corta edad.

Víctor, a veces sentía una conexión extraña con el mundo que lo rodeaba. Al menudo, miraba por la ventana, observando las aves en el cielo y las hojas de los árboles, como si intentará comprender algo que estaba más allá de lo que los demás podían ver.

Su madre , preocupada, trató de estimularlo con juguetes coloridos y juegos interactivos, pero Víctor parecía estar en su propio mundo. Su risa era rara, y cuando sonreía, era como si lo hiciera por cortesia, no por que realmente sentiría alegría. A medida que pasaban los días, sus padres se preguntaban si su hijo había traído consigo algo más que sólo vida; tal vez un fragmento de lo que había sido antes de nacer.

También comenzó a enfermarse, al parecer la comida para bebes le hacía daño. Su estómago era débil para esos alimentos. Los doctores no encontraban razón del porque. Simplemente Victor enfermaba terriblemente al beber leche del pecho de su mama. Incluso leche normal.

No solo fue eso, a los pocos años el había encontrado la manera de divertirse, encontró algo que lo divertía, algo peculiar tomando en cuenta que al ser un niño de seis años jugar así con sus animales no era normal. Pero él no lo sabía, el pequeño Victor no entendía aún que era el bien y el mal, no sabía cómo actuar. Y observar como otro ser humano lo hacía, el creyó que era lo correcto.

Ver a su hijo entrar a la sala con una gran sonrisa no fue lo que los asusto, si no verlo cubierto de sangre de las manos, de la cara y de la ropa.

Sobretodo ver como en una mano .
sostenia al pequeño conejo blanco que le habían dado por regalo de cumpleaños. Que en ese momento ya no tenía ese bonito color blanco, ahora era rojo. Sus padres en ese momento se dieron cuenta de que Victor no era un niño normal, dentro de él había algo peculiar.

Y Victor por fin entendió algo…

Al final el comer y el matar es lo mismo.

Y así, la curiosidad que una vez fue su impulso se convirtió en su perdición.

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Besos, fresitas.

Eve. A.