I'll be good -Jaymes Young
Jessica retrocedió un paso, Halit se había puesto las gafas de sol por encima del pelo y miraba por detrás de su hombro, buscando a la persona a la que iba a visitar.
Cuando volvió a mirarla, repasó dentro de su mente los recuerdos que tenía de ella.
Un par de años atrás, Jessica tenía el pelo un poco por debajo de los hombros y la piel algo menos pálida pero esa mirada de rencor no había cambiado.
Después de algún tiempo, Jessica se había marchado de la casa familiar.
No soportaba el vacío, ni la culpa, ni esa sensación en el estómago de que todo lo que ocurrió con Halit, podría haberse evitado si tan solo hubiera tenido los ojos abiertos.
Había pasado más de un año sin hablar con su padre.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó.
Ella seguía estupefacta, respondió como un reloj que da la hora cada minuto por pura costumbre, por los engranajes que tiran de sus ejes y no porque sea consciente de estar existiendo.
—Trabajo aquí —dijo.
—¿Dónde está Claude?
Al oír ese nombre, Jessica no necesitó hacer más conjeturas ni la siguiente pieza para completar el rompecabezas.
Claude se había comprado un perfume nuevo, había aumentado sus sesiones de peluquería y estaba más radiante que de costumbre.
Estaba cayendo por los encantos de un estafador.
—¿Ya tienes una nueva víctima? Dos años son más que suficiente para gastarte el dinero de ese crucero, ¿no?
—soltó.Él la miró antes de hacerse un hueco entre ella y el marco de la puerta, luego entró como si estuviera en su casa y le dio la espalda.
—Así que conoces la historia, ¿te la contó tu madre? ¿Cómo le va? —dijo sin girarse.
Jessica se puso de puntillas para hablarle por detrás.
—No lo sé, le cerré la puerta en las narices tan pronto como apareció en mi casa. Dímelo tú.
Halit la miró por encima del hombro, sin gesticular, con una expresión robótica.
—Te lo diría pero no tengo por costumbre repetir dos veces.
Jessica caminó para ponerse frente a él. Luego le señaló el pecho con el dedo índice.
—Ni yo cometer el mismo error dos veces, te lo advierto.
Halit se sacudió el traje con desdén, como si el roce de ella lo hubiera manchado.
—Tienes una fea manía de hacer amenazas que no puedes cumplir, si buscas venganza llegas tarde —le respondió.
—No necesito venganza, me basta con evitar que la historia se repita.
Halit la miró una última vez, luego pasó de largo y abrió la puerta hasta el jardín.
El sol pegaba tan fuerte que la chaqueta le comenzó a sobrar, Claude le había advertido de que tenía una emergencia y tardaría un rato en llegar, que la profesora de su hija lo recibiría.
Pero Halit jamás habría podido imaginar que de todas las personas en Santa Mar, sería ella.
¿Cuántas veces le había dicho que nunca volverían a verse? ¿Cuántas veces se habían amenazado? ¿Qué juego macabro estaba practicando el destino?
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Azul se escribe con M
RomanceHalit y Jessica son el matrimonio perfecto. Están perdidamente enamorados, tienen una casita recién comprada en una urbanización preciosa y una hija de seis años a la que adoran. Tienen todo aquello con lo que los demás sueñan excepto por una pequeñ...