Heal -Tom Odell
Con septiembre llegaron las primeras lluvias.
El cielo de la mañana estaba cubierto de nubarrones pintados con imprecisión, como si alguien hubiera arrojado un cubo con diferentes tonalidades de gris hacia arriba y hubiera utilizado las manos para plasmar las formas.
Cerca de casa había una cafetería pequeña, una de esas que huele a dulces recién hechos y café muy caliente.
Los pequeños placeres de la vida como escaparse un rato a esos lugares comenzaron a ser rutinarios, se levantaban muy temprano por la mañana y paseaban un rato antes de acabar en la cafetería de la esquina, desayunando juntos como si no se estuvieran escondiendo del mundo.
Con septiembre también llegaron los primeros días fríos y la vuelta al colegio de niños y adolescentes. Muy pronto las calles comenzaron a vaciarse de noche a pesar de que aún seguía haciendo calor la mayor parte del tiempo.
A Jessica le gustaba sentarse en una mesa junto a la ventana, con el vaho de un café ardiendo empañando los cristales y sus ojos fisgones viendo la vida pasar del otro lado.
Cuando iba a la universidad, le gustaba sentarse en la misma cafetería todos los días durante un largo rato y disfrutar del silencio antes de las clases pero para ese entonces, al silencio lo había sustituido el murmullo suave de las conversaciones con poco sentido que Halit y Mavi tenían.
De vez en cuando volvía en sí, los miraba como si los estuviera viendo por primera vez, parecían dos niños peleando por un lugar en los columpios o por el último pedazo de plastilina.
Entonces sonreía, al principio por inercia cuando la niña la miraba pero con el pasar de los días, comenzó a sonreír desde el fondo del corazón.
—¿Puedo tomar chocolate hoy… mamá?
La niña tenía una mano bajo la mejilla y la miraba con ojos de cachorrito suplicante. Jessica se inclinó más cerca de ella, la tenía justo enfrente pero parecía estar mucho más lejos.
—Halit, ¿le explicas a esta niña porque no puede comer chocolate todos los días?
Halit miró a Jessica, se puso más recto que una vela y su sonrisa se transformó en una mueca de seriedad fingida.
—Primero te dolerán los dientes y luego se te pudrirán…
—Y después se te caerán todos y ¿sabes qué es lo peor? ¡Que no volverán a salir! —concluyó ella—. Mejor tómate un zumo y mañana podrás comer un poco de chocolate, ¿de acuerdo?
La niña bufó.
—Vale pero si yo no como chocolate, vosotros tampoco —Se señaló los ojos y después los señaló a ellos.
Jessica comprobó un poco más tarde que ese gesto se le había pegado de Halit.
Cuando terminaron de desayunar, Jessica pagó la cuenta y salieron de la cafetería.La niña siempre caminaba entre los dos, sus manos agarradas a ellos y preparada para pedirles que la levantaran por los aires en cualquier momento.
—¿Podemos ver una película de terror hoy? —preguntó de la nada.
—¿Una película de terror? ¿Por qué no vemos Frozen o alguna más para tu edad?
—Pero a mí no me gustan esas películas… papá. Prefiero ver una de terror. ¿Podemos?
Halit miró a Jessica con horror.
—No creo que a tu… madre le guste mucho la idea, a las chicas les dan miedo ese tipo de películas, ¿no?
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Azul se escribe con M
RomanceHalit y Jessica son el matrimonio perfecto. Están perdidamente enamorados, tienen una casita recién comprada en una urbanización preciosa y una hija de seis años a la que adoran. Tienen todo aquello con lo que los demás sueñan excepto por una pequeñ...