CAPÍTULO TREINTA Y TRES

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Infinity -Jaymes Young

La sesión se dio por finalizada después de que ninguno de los dos declarara, irían directamente a juicio.

Aunque no se había acercado a ellos, en la sesión se encontraba Margaret Dubois, la trabajadora social encargada del caso de Mavi.

Había estado allí presente cada una de las veces, estudiando lo sucedido en el caso, haciendo anotaciones en su libreta. Halit la reconoció rápido, la había visto con la niña un par de días atrás, cuando pasó la noche en comisaría.

Le dio un apretón a la mano de Jessica y luego señaló en dirección a Margaret. La señora Dubois vestía un traje de dos piezas recto y su cabello suelto. Se veía a leguas que era una mujer refinada y elegante, culta y bastante seria.

Jessica se alisó la ropa con las manos y tiró de Halit para acercarse a ella. Se pusieron enfrente e hicieron gala de su mejor compostura antes de sonreír un poco.

Jessica quería que parecieran serios pero no amargados, preocupados pero no desesperados. El futuro de Mavi dependía del informe que esa mujer escribiera y no podían dejar nada al azar.

—Buenos días, señora Dubois. No sé si se acuerda de nosotros pero somos...
—comenzó a decir.

—Jessica Miller y Halit Denson, no podría olvidarme de ustedes aunque quisiera. Estoy aquí en calidad de representante, soy la trabajadora social encargada del caso de Seray, aunque me figuro que eso ya lo saben. No puedo darles ninguna información si eso es lo que pretenden
—cortó de inmediato.

—Lo único que queremos es saber si la niña está bien —dijo Halit. Ella lo miró con gesto serio, no se había movido ni una pizca, parecía más una estatuilla que una persona de carne y hueso.

—Está a salvo de sus padres y de ustedes, eso es todo lo que necesitan saber.

Jessica miró a Halit, gesticuló con su mano libre pero las lágrimas le cortaron la voz.

—Nosotros jamás le haríamos daño, estaba a salvo a nuestro lado. Nunca quisimos que esto llegara tan lejos, solo queríamos protegerla.

Margaret se ajustó el bolso al hombro para reafirmar su distancia mental sobre ellos.

No es que los considerara malas personas, había visto el amor que la niña sentía por Halit e incluso podía llegar a empatizar con la pequeña pero eso no les eximía de ser dos delincuentes que habían cometido un delito.

—Señorita Miller... ¿o debería decir señora Denson? —Hizo una pausa—, ustedes tuvieron más que una sola opción y tomaron el peor camino posible. Claro que le han hecho daño, de hecho no saben cuánto. Si quieren hacer algo bueno por esa niña, no vuelvan a acercarse a ella. Es mi deber informarles de que servicios sociales solicitará una orden de alejamiento permanente. Buenos días.

—No apague la luz, por favor.

Margaret frenó, inclinó la cabeza un poco y luego se giró para mirar a Jessica.

—¿Disculpe? —le dijo.

—Tiene miedo de la oscuridad pero no confía en usted así que no va a decírselo.

—No la separe de su muñeca, la necesita cuando está triste —añadió Halit.

—No le den almendras, es alérgica —dijo Jessica.

—No le gustan las películas de dibujos, prefiere las de miedo —acotó Halit.

—No la despierten cuando tenga pesadillas, se pondrá peor.

Azul se escribe con M Donde viven las historias. Descúbrelo ahora