Surrender -Natalie Taylor
Al coche de Halit lo recibió la muralla de pinos que rodeaba Luna Azul, pasó de largo el cartel de bienvenida y condujo hasta llegar al parquecito, frente a su casa.
Solo habían pasado tres días pero una fina capa de polvo ya había cubierto los escalones del porche y el banco mecedora que nunca llegaron a arreglar.
Jessica no había dicho una sola palabra y él tampoco, se bajó del coche y ella se cruzó de brazos, no bajaría con él. Halit abrió la puerta del copiloto, le quitó el cinturón de seguridad y la agarró por la muñeca para que saliera.
Cuando ya estaba fuera del coche, le indicó el camino con la mano como si ella no lo conociera de memoria, como si no pudiera recorrerlo incluso con los ojos cerrados y dos copas de más.
—Vamos
Llegaron hasta la puerta y Halit extendió la mano con la llave sobre la palma. Al mirar el pedazo de metal, Jessica solo pudo recordar las horas que pasó sentada en las escaleras, esperando a que él regresara.
—No olvides el truco, empuja hacia ti mientras giras la llave —susurró.
Jessica abrió la puerta pero no entró. En su lugar, se cruzó de brazos.
—No voy a entrar —dijo.
—Cuando entres, deja la llave sobre el mueble de la entrada, junto al peluche de Mickey. Luego quítate los zapatos, el suelo es muy sucio y se mancha enseguida. Si quieres agua, los vasos están en el mueble por encima del fregadero y si quieres comerte una de tus chocolatinas, están en el de al lado. Creo que sabes dónde está lo demás pero si lo has olvidado, pregúntame.
Jessica apretó los dientes, había tensado los hombros y cerrado los ojos.
—¡Ya basta, Halit! Ya basta. Me has traído hasta aquí pero no voy a entrar y no vas a obligarme.
—No voy a obligarte a que entres en nuestra casa, te estoy recordando dónde está todo lo que necesitas.
—No es nuestra casa.
—Es la casa de nuestra familia.
Ella se humedeció los labios, no sentía ninguna de las palabras que decía pero estaba tan enfadada que no podía controlarse.
—Nosotros no somos una familia, tenías razón. No somos nada —escupió.
Se giró de vuelta a las escaleras pero él la sujetó por la muñeca y tiró de ella hacía atrás hasta que quedaron pegados.
—No, no la tenía pero estaba enfadado, igual que tú lo estabas en la feria. Nada de lo que dijimos fue real, perdóname
—suplicó.Sus ojos verdes se llenaron de verdad, estaba rogándole porque se quedara junto a él.
Jessica lo empujó pero no pudo separar sus cuerpos pegados, él la mantenía firme por la cintura.
—No regresaste —susurró sollozando y lo empujó tan fuerte que Halit se apartó de ella— ¿Sabes durante cuántas horas te esperé, Halit? Pero no regresaste, nunca volviste a casa. Si de verdad nos amas tanto como dijiste hacerlo, ¿por qué no viniste a buscarme cuando saliste de comisaría? ¿Por qué te fuiste con esa mujer?
Él frunció el ceño, la agarró por los hombros pero ella se apartó bruscamente.
—No sabía que estabas aquí, no sabía que me estabas esperando.
—¡Claro que lo sabías! —gritó ella— ¿Dónde iba a estar sino? ¿Adónde más podría haber ido?
Halit hundió sus dedos entre las hebras de su cabello y tiró con fuerza, estaba desesperado.
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Azul se escribe con M
RomanceHalit y Jessica son el matrimonio perfecto. Están perdidamente enamorados, tienen una casita recién comprada en una urbanización preciosa y una hija de seis años a la que adoran. Tienen todo aquello con lo que los demás sueñan excepto por una pequeñ...