XIV

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—El joven Blois tiene razón. Si la señorita Angelis sale de aquí sin nadie que sepa del manejo de una espada, morirá inmediatamente.

"Tú..."

—S-Su alteza el segundo príncipe...

—Si va a salir de aquí, iré con usted. No acepto un NO por respuesta. — Podía ver el rostro de alivio de Lukas, el que nos acompañara alguien que sabía del manejo de la espada y nos brindará protección ahí afuera, lo aliviaba mucho.

Pero, ¿por qué tanta preocupación? ¿Había algo que ni siquiera yo sabía? Las barreras, el que todo el pueblo estuviera aquí, el que no nos dejaran salir hasta el amanecer, estaba segura que había algo.

—Está bien. Pero debe prometerme una cosa su alteza.

—No se lo diré a nadie. — Y antes de que pudiera terminar su frase, se arrodilló ante mi y tomó un mechón de mi cabello para presionarlo contra sus labios. Sus ojos amarillos me miraron con tanta intensidad que no pude formular una palabra, y en su mirada mostraba la lealtad que yo no pedí. — Puede confiar en mi.

—¡G-Gracias! — Un poco avergonzada me aparte de él.

No podía demorarme más, en cualquier momento vendría sir Fran con Emily y evitarían que me fuera. Dándoles la espalda me coloque boca bajo en el suelo para al final arrastrarme hacia el agujero que habíamos hecho Lukas y yo. Una vez fuera, el siguiente fue Lukas y al final el segundo príncipe.

—¡Señorita Floreya! — Lejos de los arbustos podía ver cómo Sir Fran y Emily estaban agitados debido al cansancio de correr y esquivar a la multitud. Ambos mantenían una expresión tanto sorprendida como preocupada, pero de algún modo me dolía más ver a Emily así. Pero no podía detenerme, ya había llegado hasta aquí, ya no podía retroceder, debía pensar en mi, en mi vida.

Una luz blanca resplandeciente iluminó el cielo oscuro e iluminó un poco el bosque obscuro detrás de nosotros. Luego fueron otras, otras y otras  luces de distintos colores que iluminaron el cielo, dando inicio al final de los últimos fuegos artificiales del festival. Mirando por última vez a Emily, obligue a mi cerebro a guardar el rostro de Emily como si de una fotografía se tratase para por último darme la vuelta e irme con Lukas y el segundo príncipe al bosque.

—¡¡Señorita Floreya!!

Emily gritó mi nombre con tanta intensidad, tan desgarradoramente que mi corazón dolió. Tomando la mano de Lukas, corrimos los tres por el bosque sin dirección alguna, ni siquiera yo sabía hacia dónde ir, pero habíamos corrido mucho sin rumbo. Era tan estrecho, podía sentir la humedad en el ambiente, el sudor recorrer todo mi sucio rostro y mi cabello desalineado al igual que mis ropas. Corrimos durante mucho tiempo que estaba cansada.

—¡Detengámonos! — Gritó por fin el segundo príncipe. Los tres nos detuvimos y nos sentamos en un enorme tronco que había en el suelo. Los pies me dolían y estaba sedienta, me sentía tan sucia que era muy desagradable.

—¿Ha... Ahora qué hacemos?

—No lo sé, pero no podemos detenernos por mucho tiempo. 

—¿Por qué? — Estaba demasiado cansada para seguir corriendo en un lugar donde teníamos que estar esquivando todo el tiempo las ramas de los grandes árboles. Quería descansar más tiempo, incluso rogaría por quedarnos hasta el amanecer.

—Porque es demasiado peligroso. — Aquí vamos de nuevo con eso. Sabía lo peligroso que era estar de noche en un oscuro bosque, los animales  como los osos eran peligrosos al igual que las serpientes y bichos venenosos, pero, ¿qué más había que lo hacía más peligroso que nos impedía quedarnos?

No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora