Capítulo II

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—Despierta.

—¿Eh?

Al desertar lo primero que vio fue un cielo pintado de colores púrpura con un toque anaranjado y un poco de azul. Se podría decir que era un atardecer. Debajo de su cuerpo pudo sentir la húmeda arena y el sonido de las olas chocar en la arena.

Rápidamente se sentó en la arena y pudo saber que efectivamente estaba en una playa.

"¿Qué hago aquí?  Hace unos momentos estaba yendo a desayunar con el duque."

Un poco dudosa se levantó de la arena húmeda y comenzó a caminar esperando encontrarse con alguien o ver cómo podría regresar. Así pasaron los minutos, incluso horas, y no había resultado alguno. Entonces comenzó a desesperarse, y corrió y corrió para que al final el resultado siguiera siendo el mismo.

"No tiene sentido, ¿quién demonios me trajo hasta este lugar?"

—Fui yo.

"¿Mm?"

Muy a lo lejos de donde se encontraba la joven, se observaba una silueta de una mujer vestida con un vestido blanco liso y con el cabello largo por muy debajo de la cintura y un poco ondulado. Pero no se podía apreciar su rostro.

"¿Quién eres?"

—...

—Creo que fue demasiado apresurado de mi parte traerte hasta aquí. Será mejor que regreses.

"¡Espera! ¡¿No vas a decirme quién eres?!"

-Despierta.

"¡Espera!"

Sorprendida volvió a abrir sus ojos de golpe para ver el techo de su habitación, y sentir el cómodo colchón y las sábanas cubriendo su pequeño cuerpo. Por unos segundos siguió viendo el techo, después se levantó de la cama y procedió a verse en el espejo de cuerpo completo.

Un pequeño cuerpo y facciones aniñadas, muy diferente de lo que solía verse la joven de veintiún años.

—Incluso siendo una niña eras bastante hermosa.

[Hiik]

Se escuchó como la puerta de la habitación era abierta y una sirvienta entraba con unas sábanas dobladas en sus manos, pero cuando vio el pequeño cuerpo de Floreya de pie frente al espejo, sorprendida dejó caer las sábanas y rápidamente salió de la habitación gritando.

—¡La señorita Floreya ha despertado! ¡Nuestra joven señorita ha despertado!

—...

***

—¿Tiene problemas para dormir en las noches mi señorita?

—Algunas veces.

Dentro de la gran habitación, varios sirvientes estaban presentes, inclusive Emily y el duque, observando cómo el médico terminaba de examinar a Floreya.

—¿Cuantas veces al día ingiere correctamente sus alimentos?

—Ah... ¿Tal vez una o dos veces al día?

Apagando la pequeña linterna y guardándola en su bolsillo, el médico abrió su bolso y de él sacó un pequeño frasco que contenía un líquido verde, lo destapó y procedió a dárselo a Floreya.

—Por favor mi señorita, beba esto.

Dudosa, tomó el pequeño frasco y bebió de el. Un sabor demasiado amargo y asqueroso que hizo que Floreya quisiera vomitarlo, pero tuvo que retenerlo. Al ver su expresión el médico le regaló un caramelo y con mucho gusto Floreya lo tomo.

No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora