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—¡¿Es por eso que ya no me ves?! ¡¿Por culpa de madre?!  —Leonardo estaba tan alterado que no podía dejar de respirar debidamente.

—No es así Leonardo, es debido a mi. No debes culpar a tu madre. —Habló la reina.

—¡No soy un estúpido!

—Cuida ese lenguaje Leonardo. — Ante la seriedad del Emperador inmediatamente Leonardo guardó silencio. Su padre podría comportarse como un niño ante la reina, el duque de Angelis y sus seres más cercanos, pero cuando un asunto era de suma importancia o seriedad, su comportamiento cambiaba a una persona con un temperamento frío y serio que daba miedo siquiera mirarlo a los ojos.

Al ver la situación tan tensa, inhalando y exhalando, el emperador trato de calmar a su hijo. No utilizaría la rudeza, debía tranquilizarse.

—Escúchame hijo, no debes culpar a tú madre porque no es su culpa, sino la mía. Debes comprender a tu madre también y por todo lo que a estado pasando, sé que no eres un tonto para no haberte dado cuenta de las cosas.

—Pero-

—Yo trataré de hablar con ella, así que no le reproches nada, ¿de acuerdo?

—Está bien... — Leonardo bajo la cabeza hasta ver sus zapatos. El emperador notó sus manos heridas y poco callosas debido al duro entrenamiento con la espada. Las tomo y las cubrió con sus dos grandes manos. Su hijo no era un tonto, al contrario, era muy inteligente y fuerte igual que la emperatriz. Su carácter, su personalidad era como la de ella y Félix al de la reina y eso era algo que le aliviaba a Kaliyus, no quería que sus hijo salieran como él. Lo único que habían sacado de él había sido su apariencia, cabello blanco, ojos amarillos, piel blanca y con un pequeño lunar cerca del ojo izquierdo. Aunque Leonardo tenía uno del lado contrario, Félix tenía dos del lado izquierdo.

—¿Sabes? Mañana es el festival de las luces, ¿te gustaría ir?

Rápidamente Leonardo levantó su cabeza y miró a su padre con ojos lleno de brillo. Se había emocionado pues sería su primera vez yendo, ya que se madre se lo tiene prohibido. ¿Pero cómo iría si su madre se lo tenía prohibido? Pensándolo mejor, Leonardo volvió a bajar la cabeza un poco y al ver esto su padre habló.

—No te preocupes, será un pequeño secreto. Irás con la reina y Félix, ¿te parece bien?

Leonardo miró a la reina que le sonreía significando su aprobación. La reina nunca había sido malo con él y siempre le ayudaba a arreglar reuniones con su padre a escondidas de su madre. Incluso a veces jugaba al ajedrez con él cuando estaba cansado de estudiar. Ella era muy buena y no era una bruja como decía su madre que era, incluso muy en el fondo, él comenzaba a considerarla como una segunda madre y ella como un hijo más. Pero, la idea de que tendría que ir con Félix, le desagradaba mucho, pero si quería ir tendría que soportarlo. Asintiendo con la cabeza, Leonardo acepto la propuesta de su padre.

—Excelente. Mañana por la noche debes volver a esta habitación, aquí te estará esperando la reina y tu hermano.

—¿Padre no irá?

—Padre tiene cosas que hacer, por lo que estaré ocupado. Tal vez el próximo año.

Asintiendo de nuevo, Leonardo estaba dispuesto a irse a su habitación, pero antes de eso abrazó a su padre y luego a la reina. Extrañamente su mente y su corazón podían descansar cuando estaba con ellos y eso le agradaba mucho.

—Descanse su alteza.— Habló la reina mientras acariciaba su cabello blanco.

—Gracias...

***

—¡Mi señorita! Le llegó una carta desde el palacio Imperial.

Floreya dejó de empacar sus cosas en un pequeño bolso y le prestó atención a la carta dirigida a ella. Abrió la carta rápidamente y comenzó a leerla para sí misma. Era una invitación que le estaba haciendo el segundo príncipe para ir al festival de las luces, donde su punto de reunión sería en un pequeño quiosco cerca del lago del pueblo. Floreya dejó la carta sobre la cama y continuó metiendo más cosas a la pequeña bolsa oscura. Emily confundida preguntó.

No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora