XVIII

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Ambas puertas fueron abiertas a la par, dejando ver dentro del salón a dos poderosas personas sentadas en el largo sofá de terciopelo azulado.

Sus vestimentas iban en conjunto, haciendo que destacaran aún más.

Tan pronto como Angelo entro a la habitación, ambas personas se pusieron de pie. El primero en acercarse a él, fue el emperador, mientras que la emperatriz se quedó de pie junto al sofá.

—Saludo al gran sol del imperio Wikar, a su majestad el emperador y a la gran luna del imperio, su majestad la emperatriz. Larga vida a la realeza.— Colocando su mano izquierda en su pecho y su mano derecha atrás de su espalda, Angelo hizo una pequeña reverencia.

Con una gran sonrisa en sus labios, el emperador palmeó el hombro de Angelo para luego abrazarlo. Luego de la gran fiesta de cumpleaños del emperador, ambos sujetos no se habían vuelto a ver, hasta el día de hoy, debido a la situación en la que Angelo estaba.

El asunto con la hija menor del Marqués de Cartes, fue una noticia sorprendente en todo el imperio que fue inevitable que tal asunto llegara a oídos del emperador y la emperatriz.

—Dejemos las formalidades amigo, y hablemos un poco. — Con una gran sonrisa el emperador encaminó a Angelo hacia donde anteriormente estaban sentados, pero Angelo tomó asiento en el sofá que estaba delante de ellos para poder verlos directamente cara a cara.

—Sabes, escuche que tienes problemas con cierta persona.

—Con esa sonrisa en tu cara, no sabría si lo estás tomando en broma.

—¡JAJAJA! Lamento si te hice sentir mal. Últimamente he estado de maravilla. — Kaliyus miró de reojo a la mujer sentada a su lado pero está solo se centró en tomar el té servido, escuchando las idioteces de su marido.

Angelo no dijo nada y miró las flores que estaban colocadas en un pequeño jarrón en medio de la mesa de centro. A veces pensaba la razón por la que Kaliyus se había convertido en emperador y siempre divagaba dentro de sus recuerdos para entenderlo.

[Tack]

El sonido de la taza siendo colocada nuevamente en el plato decorativo, hizo que Angelo dejara de mirar las flores y mirara a la emperatriz.

Un largo y sedoso cabello obscuro decorado con un horquilla bañada en oro con piedras rojas, que hacía resaltar su tez blanca y sus finos ojos rojos como el rubí. Una mujer hermosa y de carácter fuerte sin duda.

A pesar de conocerla de años como con Kaliyus, nunca lograron establecer una amistad y nunca cruzaron la línea de ser simplemente conocidos.

Kaliyus la miró e inmediatamente guardó silencio.

—Dígame duque, ¿a qué se debe su llamado tan urgente? — La emperatriz miró directamente a Angelo.

A comparación de Kaliyus, donde su destreza y su habilidad era la fuerza y el poder de liderar a ejércitos, la emperatriz era buena en la diplomacia, la habilidad que tenía por poder arreglar asuntos diplomáticos era impresionante.

—Es acerca de la señorita Alice, hija del marqués de Cartes. — Tras hablar, Angelo sacó dentro de su traje, las cartas que había recibido del gremio y una carta de Alice, y las colocó en la mesa acercándolas a la emperatriz.

La emperatriz dejó la carta de Alice para lo último y miró el contenido de las demás. Kaliyus observaba también las cartas, y en comparación con la emperatriz que tenía un rostro calmado, el rostro de Kaliyis de desfiguró del horror al leer las cartas. ¿Cómo era posible que un padre le hiciera eso a su propia hija?

No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora