Tuve un sueño.
El más bello que pude haber tenido.
En él, estaba de pie en medio de un inmenso campo verdoso debajo de un inmenso árbol, y en mis manos, sostenía una canasta llena de brillantes manzanas rojas.
No muy lejos de donde estaba, había una pequeña aldea, que pareciera que las pequeñas casas construidas con vieja madera, se desarmarían con un pequeño soplido del viento.
Podía escuchar las risas de niños resonar a través de mis oídos y una extraña cálida voz que calentaba mi corazón, hablarme. Aquella voz, que pronunciaba mi nombre con tanto cariño.
—Melody...
Una mujer de cabello rubio que estaba de pie en una pequeña escalera de madera para poder alcanzar y recolectar las manzanas del árbol en el que estábamos debajo, me sonreía mientras sostenía una de las manzanas.
Aquella mujer me hacía sentir extraña, pero podía sentir aquel desconocido sentimiento de calidez.
—¡Mamá! ¡Mamá!
Cuatro pequeños niños parecidos a ella, venían corriendo entre el campo verdoso hacía nosotras.
Sus caras regordetas y esas amplias sonrisas con aquel hermoso paisaje, eran tan divino de ver. Era una escena que ni siquiera Dios podría recrear en el mundo.
—Melody... Melody...
—¡MELODY!
Al escuchar el grito, Melody se despertó desorientada, observando el interior del carruaje luego de recordar su sueño para luego ver a un vejestorio sentado frente a ella, que parecía estar enojado. En cuanto lo vio, se acomodó mejor en su asiento, acomodó su cabello detrás de la gorra de la capa y preguntó.
—¿Qué hice mal esta vez? — El hombre miró de mal en peor a la niña de once años y con una voz arisca, explicó.
—Por tu incompetencia, el Marqués solo nos dió unas cuantas monedas de oro. Tu actuación no logró satisfacerlo por completo como otras veces.
—El cardenal olvidó darme el medicamento. Es por eso que no hice correctamente mi deber. — Defendió entre dientes Melody. Estaba tan asqueada y enojada de solo recordar aquella noche, estaba cansada de ese vejestorio. — Además prometió que estaríamos aquí antes del festival de las luces.
—¡JA! ¿Todavía te atreves a reprocharme luego de no hacer tus deberes correctamente? Eres una insolente. Agradecida deberías de estar que te saque de la basura en la que vivías y te traje convirtiéndote en lo que eres ahora, una Santa.
—¡Entonces si es así como voy a vivir toda mi vida, no quiero serlo! — Grito Melody, para luego recibir una abofeteada por parte del cardenal.
[¡Slap!]
Ante el golpe, el gorro que cubría gran parte del rostro de Melody, cayó, revelando su cabello platinado y sus ojos azules. Melody no pudo ocultar sus lágrimas y antes de poder limpiarlas con las mangas de su capa, una segunda persona tiró con fuerza de su cabello.
—¡Kyaaa!
—Es la segunda vez que te rebelas contra mi, mocosa estúpida. Si vas a seguir con tus comportamientos de rebeldía, entonces ya no voy a permitir que uses tus poderes y el medicamento contra nuestros valiosos clientes y vas a conocer el verdadero infierno. Ahora dime, Melody, ¿realmente quieres sufrir y vivir en el infierno? He sido muy paciente contigo, pero mi paciencia tiene un límite. —Escupió el hombre quien seguía tirando con fuerza del cabello de Melody.
—¿A partir de hoy vas a seguir comportándote como la buena chica que eres? O ¿vas a seguir comportándote como una chica ruidosa y molesta?
—Hic... V-voy... Hic... Voy a portarme bien... — Entre llantos contestó Melody, quien sostenía con sus manos el brazo del cardenal que tiraba de sus cabellos.
—Eso es, así es como debes de ser. Debes siempre ser una buena chica. — Soltó bruscamente el cabello de Melody, acomodó los mechones sueltos de su cabello e inhalando y exhalando, controló su temperamento. — Llegaremos a la iglesia y luego visitarás al príncipe heredero Leonardo. Recuerda, no dejes que nadie vea tu rostro, mucho menos tu cabello, incluso si así lo desea su alteza, debes negarte.
Volviendo a acomodar su cabello dentro del gorro, Melody asintió ligeramente con un cabeceo, controlando su llanto.
"Mis sueños siempre serán mi consuelo..."
—Me preguntó cómo manejó la iglesia mientras estaba fuera ese cardenal Carlos. Sin mi, esa iglesia no es nada, mucho menos lo era cuando estaba el dichoso cardenal Fernando.— Habló el cardenal sintiéndose orgulloso. Melody solo escuchaba las molestas fanfarronerías del cardenal, deseando llegar ya para poder despegarse de él con su ida al palacio.
Pero lo que no sabría el cardenal, es que una persona de suma importancia, lo bajaría de su preciada nube de arrogancia.
Una vez el carruaje llegó a su destino, Melody y el cardenal bajaron juntos, ni bien pisaron el primer escalón para entrar a la iglesia, las puertas fueron abiertas de par en par dejando a la vista al cardenal Carlos que sostenía un bastón elaborado con oro y decorado con preciosas piedras blancas. Al ver esto, el cardenal frunció el entrecejo de sus cejas y resopló.
—Jamás me habías dado la bienvenida, y ahora que lo haces, ¿te atreves a sostener el bastón de tu superior? — El cardenal Carlos no contestó a sus palabras llenas de enojo. Mantuvo su rostro sereno y su cuerpo calmado. Ahora que había vuelta la verdadera persona a cargo de la iglesia, ya no se atrevería a que el hombre frente a él lo intimidara.
El bastón que el cardenal Carlos sostenía en su mano, era un bastón creado personalmente por Caleus, quien lo hizo especialmente para el difunto cardenal Fernando una vez que Caleus ya no estuviera a cargo de la iglesia, así para que todos supieran que el segundo al mando de la iglesia sería el cardenal Fernando.
Pero una vez que falleció el Cardenal Fernando, el bastón pasó misteriosamente al cardenal Erickson, persona que trajo consigo a la iglesia a la dichosa Santa.
—Esperan por el cardenal Erickson en la oficina principal. — Informó el C.Carlos. Erickson molesto subió los escalones con rapidez con intenciones de arrebatarle el bastón a Carlos, pero siendo más rápido, Carlos se apartó y posicionándose detrás de él, con el bastón le pegó detrás de sus rodillas, haciendo que el C.Erickson cayera de rodillas al suelo.
Las personas que iban pasando observaron la caída de Erickson, haciendo que el anterior mencionado se sintiera aún más furioso y avergonzado.
—No querrá hacer esperar por más tiempo a esa persona, Cardenal Erickson. Créame, realmente no lo quiere. — Ante su actitud tranquila y despreocupada, el C.Erickson estalló contra el C.Carlos. Los aprendices y otros miembros de la iglesia se quedaron a ver la escena.
—¡¿Cómo te atreves a humillar a tu superior de esta manera?! ¡¿Qué acaso no sabes que puedo echarte de aquí en este mismo instante?! Devuélveme MI bastón maldito hijo de-
—¡CARDENAL ERICKSON!
Una fuerte voz resonó en toda la iglesia, haciendo que todos se quedaran estáticos en su lugar, incluidos el C.Erickson.
"¡Esa voz...!"
Mirando hacia la dirección de donde provino aquella imponente voz, miró a un alto hombre de cabellera rosa, que lo miraba con aquellos filosos ojos rasgados parecidos a los de un dragón.
—No ha cambiado en nada, C.Erickson.
Trasss bb se mió el C.Erickson
¡He aquí con un nuevo capítulo chamaques <3 !
Por cierto ya entramos en épocas de juaguelin, así que feliz juaguelin bbs 💋
También les quería comentar que hice un pequeño boceto de lo que vendría siendo la futura esposa del Angelo, Alice. Así que si les gustaría que se los mostrara, no olviden hacérmelo saber comentando 🫶🏻Nos vemos en un próximo capítulo. Se me cuidan y no olviden tomar agua con moderación. Los tqm 🫶🏻
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No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa
RomanceHabía quedado seleccionada a una de las universidades más importantes de la ciudad, pero desgraciadamente morí sin ninguna razón en mi habitación. Pensando que había muerto, volví abrir mis ojos en un lugar totalmente diferente. Al poco tiempo, me h...