Dos días después de aquella reunión con Angelo, otra reunión se llevó acabo en el palacio imperial, con una persona incluso de mayor importancia que el emperador.
Caleus mantenía una postura firme pero elegante y tranquila junto al gran ventanal que daba hacía el patio delantero en la sala de reunión.
El día estaba soleado pero mantenía un viento refrescante, la tranquilidad que había era tan agradable. Inhalando y exhalando, Caleus giro hacia las cuatro personas que estaban sentadas en la inmensa mesa redonda de la sala.
Las cuatro personas mantenían un rostro tranquilo mientras veían cada acción que hacía el pequeño Caleus. Fue tan inesperada su visita que no le dio tiempo al emperador de recibirlo adecuadamente.
—El palacio no a cambiado mucho desde la última vez que lo visite. Creo que fue hace cincuenta y ocho años, si no mal recuerdo.— retomando su asiento, Caleus miró a las cuatro personas tratando de identificar a las familias pertenecientes de cada uno.
Los dos hombres a su derecha eran muy distintos. Uno tenía el cabello verde como el fango y el iris de sus ojos gris, el otro se veía más fuerte que el anterior, su cabello parecían hilos echos de oro y el color de sus ojos azules que apenas y podías notar el color en ellos.
A su lado izquierdo, un hombre de largo cabello platinado y de ojos azul zafiro, para finalmente finalizar con la persona que tenía delante de él, un hombre de cabellera blanca y ojos de un amarillo oscuro acompañado de un pequeño lunar.
— Debe ser de la familia Kardos, ¿no es así vizconde? — El nombrado de cabello verde, asintió rápidamente. Caleus miró al hombre a lado de él y no tardó en decir el nombre de la familia proveniente. — Usted, es de la familia Kirovsy. Familia que emigró desde el extranjero, pero que ganó el título de conde gracias a sus grandes contribuciones al imperio. Felicidades. —El rubio asintió y le agradeció.
—Por último y no menos importante, su gracia el gran duque de Angelis. Es bueno verte saludable. He escuchado mucho de su gracia incluso en mis sueños más profundos. — Caleus apoyó su cabeza con una de sus pequeñas manos mostrando una sonrisa mientras miraba a Angelo, que no se inmutó en su lugar ni dirigió su vista al pequeño.
—Gracias Su santidad.— Contestó con una voz anodina Angelo aún sin mirar a Caleus. Este último ligeramente se rió y miró a Kaliyus.
—¿Qué puedo decir de usted, su majestad? Ascendió al trono gracias a su fuerza y derrotó a sus diez hermanos, incluso al anterior emperador. Felicidades... Ahora hablemos de lo importante.
De entre sus manos, hizo aparece una hoja con escrituras en tinta roja. Eran los temas que Caleus trataría en esa junta.
"Afortunadamente, gracias a la magia del tiempo, no recuerdan nada."
— Hace cien años, la furia del dios del inframundo contra los humanos, desencadenó una guerra entre sus bestias y estos. Claro, derrotando al enemigo y no contento con esto, dicho dios resentido, abre las puertas del infierno y saca a sus bestias a devorar humanos cada año. Pero, no fue hasta hace diez años que el imperio logró resguardar a la gente de las bestias, encerrándolas en una burbuja con una divertida temática llamada, "festival de las luces." — Expresó Caleus con un tono Hostil. Kaliyus sabía a dónde se dirigía esto, así que el también intervino.
—Sé que fue un largo plazo en el que se tardó en poder intervenir en resguardar a la gente. Durante el gobierno del emperador Oakes, el presupuesto para armamento y refugios para la gente era nulo. No fue hasta que el emperador Euryalus pudo cotizar para el armamento para combatir, pero me temo que construir un lugar para resguardar a todo el pueblo, salía del presupuesto real.
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No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa
RomansaHabía quedado seleccionada a una de las universidades más importantes de la ciudad, pero desgraciadamente morí sin ninguna razón en mi habitación. Pensando que había muerto, volví abrir mis ojos en un lugar totalmente diferente. Al poco tiempo, me h...