Capítulo VI

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—Emily, ¿tú sabes algo de la profecía?

Atónita ante la pregunta de Floreya, Emily observó hacia otro lado  evitando su mirada. ¿Si sabía algo de la profecía? Si, por supuesto que si, todos en el imperio lo sabían. Todos excepto Floreya.

Años antes de que la esposa del duque Angelis estuviera embarazada, una profecía mandada por el Dios creador, llegó a manos de la iglesia. Dicha profecía decía.

"El fin de los tiempos está próximo. La tierra se partirá en dos y de ella descenderán las oscuras bestias desde el inframundo. Los mares se elevarán y el cielo se tornará de un rojo carmesí como la sangre y lloverá sangre. La mujer maldita, nacida del oscuro y frío invierno, maldita ante los dioses, pero amada por el Dios del inframundo, guiará sus tropas hacia la destrucción de la gente y de todo el Imperio Wikar. Pero no temáis hijos mío. Porque la mujer nacida en plena resplandeciente primavera bendecida por mi, derrotará a la mujer maldita y a todas las tropas, bestias del Dios del inframundo. Con fe en mi y en ella, la mujer del invierno será derrotada, y la luz y prosperidad del imperio serán salvadas por la Santa."

Tiempo después, la ex esposa del duque, dio a luz en pleno invierno, a Floreya. Desde ese día todo se había convertido en desgracias. La gente de la iglesia proclamó y afirmó que Floreya era la mujer maldita de la que hablaba la profecía, ya que había sido el único nacimiento en dicha temporada.

Luego el accidente ocurrido después de dos meses del nacimiento de Floreya, que causó la muerte de la ex duquesa y algunas vidas de anteriores sirvientes y caballeros.

La iglesia puedo reafirmar cien por ciento que Floreya sería quien traería la destrucción del imperio, y el duque también convencido, trato de asesinarla. Pero hubo una persona quien se lo impidió. Emily, protegió junto a Fran, caballero mano derecha del duque, a Floreya del duque para que no pudiera asesinarla.

Emily trago saliva secamente, al solo recordar aquella noche. Entonces se dignó en hablar.

—Solo sé muy poco mi señorita, pero, ¿por qué lo pregunta?

—Tengo curiosidad, sólo eso.

Floreya pudo darse cuenta el como las manos de Emily temblaban, era obvio que lo sabía pero no quería decírselo. No tenía porqué decirle, porque Floreya ya lo sabía.

Acto seguido Floreya se separó de Emily y se acercó a la barandilla del balcón, se puso de puntillas y miró hacia abajo. Su habitación estaba en el cuarto piso y pensó en todas aquellas veces en que la anterior Floreya trataba de saltar desde aquí, pero que nunca podía animarse. Emily miró fijamente a Floreya con los ojos muy abiertos al ver la acción que estaba haciendo.

Floreya se subió cuidadosamente a la barandilla de cemento y voltio su cuerpo hacia donde Emily. Emily entró en pánico y trató de acercarse, pero Floreya se lo impidió alzando su mano. Luego habló.

—Soy una niña maldita ante los dioses, eso significa que yo no poseo ningún don, como el de Emily que es bendecía con el don del dios de la curación, como Andy que es bendecido con el don del dios de la mensajería. TODOS en este imperio tienen dones, sea cual sea su estatus. Yo soy la única que no tiene nada.

—S-Señorita hablemos mejor adentro... Esta empezando a refrescar más.

Emily estaba presa del pánico, temía que Floreya en un descuido, cayera hacia abajo. Sus manos temblaron de nuevo y un sudor frío corría por su frente.

—Mi destino es morir, estaba escrito mucho antes de mi nacimiento... ¿Pero sabes algo Emily? Yo no quiero morir. No quiero volver a morir.

¿De nuevo? Emily no entendía, pero si sabía que Floreya ya estaba al tanto de la profecía. ¿Cómo es que habían llegado a esta situación tan rápido?

No Quiero Seguir Muriendo a Manos de la Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora