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Los gritos eran algo a lo que se acostumbraba a escuchar en la casa del pequeño JungKook de ocho años recién cumplidos

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Los gritos eran algo a lo que se acostumbraba a escuchar en la casa del pequeño JungKook de ocho años recién cumplidos. Siempre tuvo miedo de su padre, siempre le temió. Se escondía bajo la cama cuando JiChul llegaba borracho a casa o se ocultaba bajo las sábanas de cochecitos de la cama.

JungKook siempre pensaba, cada día durante toda su infancia, que tal vez la suerte lo acompañaría ese día y tal vez, solo tal vez, su padre no lo mataría a golpes.

Fue su preocupación, durante dieciséis años.

Pero el JungKook, de veinte años ahora, estaba demasiado ocupado conduciendo hacia la casa de TaeHyung. Eran, exactamente, las doce menos cuarto. JungKook lo había comprobado en la radio de su auto.

Sus manos se cernían al volante con tranquilidad, sintiendo desvanecer la presión en su pecho conforme se acercaba a la casa de TaeHyung. Sentía que, con suerte, ellos lograrían huir de él.

Del verdadero cazador de toda esta historia, del verdadero perseguidor y enfermo de esta historia.

JungKook aparcó en la puerta de la casa de TaeHyung, frente al jardín, y apagó los faros. Abrió su WhatsApp y le escribió un mensaje a Tae, siempre se preguntó cómo el chico nunca lo bloqueó. Dejó caer su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos y descansando un segundo cuando leyó que TaeHyung le había contestado pidiendo un poco más de tiempo.

Su cabeza pensaba en un millón de cosas y sentía que vomitaría la de cosas que debía de explicarle a TaeHyung. Debería.

Aunque, tal vez, debería ocultarle todo y simplemente esperar hasta que esto pase.

El rizado se sobresalta cuando siente su teléfono vibrar en su regazo por una nueva notificación. TaeHyung está preparado, y con eso es más que suficiente para que JungKook se apresure a salir del coche y trotar hasta el lado de la ventana de la habitación de TaeHyung. Él no puede evitar sonreír aliviado y con cariño al verlo, encontrando divertido que TaeHyung se esté sintiendo un auténtico rebelde.

— Oh, Rapunzel, deja caer tu largo cabello — aclamó JungKook con una sonrisa, TaeHyung siseó silencio rápidamente.

— Mejor te dejo caer una jodida bola de bolos, a ver si te cae en la cabeza — refunfuña TaeHyung, y el capitán de fútbol americano sonríe aún más porque sabe que TaeHyung no habla en serio y solo está nervioso — ¿Quieres bajar la voz, Kook?

Lo primero que el ojiazul suelta y JungKook atrapa, es su equipaje; dos simples mochilas, una gris y otra azul, repletas de ropa, el cargador del móvil y demás. TaeHyung se queja cuando JungKook vuelve de dejar las cosas en el coche, y está claro de que ahora es su turno de bajar.

— Ay, mierda, ¿es en serio? — TaeHyung se queja, ya tiene sus piernas sacadas y estaba sentado en el bordillo de la ventana.

JungKook tiene sus brazos estirados, sus piernas separadas y en posición, como si estuviera preparado para recibir el balón — Claro que sí, yo te sostengo.

Agresivo ✧ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora