15 Elisa Evans

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—¡venecia! Sal de ese baño, muero de hambre y iremos a comer.

Venecia es la primera persona que conozco que se tarda años en el baño.

Mientras que yo solo me puse algo sencillo.

—ya voy —se abrió la puerta dejándome ver a la mujer más hermosa de esta maldita tierra.

Me perdí por completo en ella, lleva puesta una camisa de tirantes, y una chaqueta, muy ligera, y cuando bajo a sus piernas...wow

Jesus en serio te agradezco.

Lleva puesta una falda negra, dejando mostrar sus perfectas piernas.

—dijiste que iremos a comer, no que me comerías con la mirada.

Dijo ella llamando mi atención.

—si perdon —carraspe —no crees que...pues es muy...o sea te queda increíble la falda, pero...

—¿pero?

—iremos a comer a un lugar abierto, y por el frío no importa, pero hay mirones.

—¿mirones?

—ya sabes, con esas piernas no creas que nadie te va a pasar por desapercibida.

—Bueno suerte que solo quiero que una persona las vea. Vámonos tengo hambre.

Le di una sonrisa al escuchar eso. Y después de un rato nos encontramos sentadas en un restaurante con vista a un pequeño bosque iluminado.

Llegó el mesero a tomar la orden y pude ver qué se la quedo viendo mucho.

—que desean ordenar?

Le pregunto a Venecia.

Este loco quiere quedarse sin empleo.

—puede ser una ensalada, no le agregué vinagre porfavor.

—puedo hacerle una recomendación, es de una pasta, lleva muchas especias  y tiene un sabor exquisito.

Venecia se quedó callada y solo me miro.

—creo que escuchaste lo que ella pidio, y para mí que sea lo mismo pero agrégale trozos de salmón.

—si claro.

El se fue con nuestras órdenes y Venecia soltó un largo suspiro.

—¿pasa algo? —le pregunte

—nada.

—nidi. —la imite—te incómodo?

—me molesta cuando la gente da su opinión sin yo haberla pedido. Es todo.

Después de un rato llego el chico con las órdenes y una botella de vino.

—señorita, la casa invita la botella.

—la casa no invita nada, y estás hablando mucho—le dije sería—limitate a hacer tu trabajo.

El solo agachó la cabeza y se fue.

—¿que fue eso?

—no quiero que te incomode. Además estaba de mirón.

—¿que miraba?

—miraba un par de piernas muy sexys.

—ya veo.

Ella soltó una pequeña risa, y yo también rei con ella, me sentia tan feliz de estar aquí con Venecia.

—me dijiste que una vez te enamoraste. ¿No es así?

Eso sí me tomo por sorpresa.

—si...hace tiempo, fue solo un año.

Trouvaille [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora