20 Elisa Evans

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Junto con samantha quedamos en vernos en un café en la tarde.

Quería saber que demonios quería ella ahora. Incluso pude decirle a Venecia que no fuera con su padre pero por tener que atender mis asuntos no pude.

Mire a todos lados buscando a Samantha, hasta que vi su figura acercarse hacia mi.

Sam es una chica linda, su cabello tiene tonos rojizos que junto con el color verde de sus ojos la hace resaltar mucho.

Siempre me pareció muy bonita. Sin embargo no llegué a sentir más que eso. A admirar su físico.

—Hola...

—Hola Sam. Puedes sentarte.

Se sentó en frente de mi y su expresión era una mezcla de sentimientos que no podía entender.

Su mirada era un mezcla de emociones, pero claro ninguna buena.

—Yo...

—No quiero saber mucho, solo algunas cosas. ¿Estas con esa chica?

Se refería a Venecia.

—Si. Venecia y yo estamos juntas.

Soltó una pequeña risa.

—¿Nunca te importe verdad?

—Claro que si.

—Nunca, durante nuestra relación nunca me intentaste proteger de la manera en que lo hiciste con ella, como si yo fuese a hacerle daño. Cuando yo...siempre lo di todo por ti, salí del closet por ti, me enfrente a mi familia por ti.

Soltó todas esas palabras mientras sus ojos se llenaban de lagrimas

—Quede como una estúpida—dijo secándose las lágrimas— como una estúpida delante de muchas personas. Por qué la persona de la cual me enamore y sacrifique mucho por ella me engaño. Se acostó con otra y todos se enteraron.

—Lo siento mucho Sam...yo en seri-

—No. No lamentas nada, simplemente me dejaste, viste tu engaño una oportunidad perfecta para acabar con todo, siempre estuve entregada cien por ciento a ti, y nunca me diste nada.

Sam lleno de aire sus pulmones para calmanse. Luego seco sus lágrimas y me miro nuevamente.

—Mi papá me prohibido acercarme a mis hermanas, por tener a una hija homosexual, con el tiempo me fue aceptando, pero no sabes todo lo que tuve que pasar por haber salido del closet por alguien que no valía la pena. Y ahora, me miraste con desprecio como si la que estuvo mal soy yo. ¿Por qué? ¿Es por ella?

—Sam...yo era muy inmadura. Si te quería, pero no en ese sentido.

—¿Y a ella?

Me miro fijamente esperando mis palabras, no quería mentirle para evitarle dolor.

—La amo.

Respiro profundo y se seco las lágrimas.

—Conozco quien es. Y te aseguro que dentro de poco sentirás todo lo que sufrí por ti. Yo te ame, te ame tanto que incluso volví aquí como una imbecil creyendo que podría intentar arreglar las cosas contigo... si siento por ti mucho. Con el tiempo espero cerrar este maldito sentimiento que tengo hacia ti.

—No tenemos por qué terminar de esta manera Sam, quiero ser tu amiga.

—Yo no.

Se levantó de la mesa tomando sus cosas.

Respiro y volteo a verme antes de irse.

—Me dolerá lo mucho que sufrirás con ella, y te aseguro que volveré cuando eso pase por que te amo, yo si lo hago y así me rechazes siempre me dolerá verte sufrir.

Sin más se fue dejándome con signos de interrogación en mi cabeza.

—Que...

Más tarde llegue a mi departamento y empecé a quitarme los zapatos.

—Mierda que fuerte.

Dije al recordar todo lo de Sam. Soy una perra

Lo admito, fui una perra con ella. Pero ya no soy así, y lamentablemente Sam tiene que aceptar que no puedo corresponderle. Y hubiera querido una amistad con ella pero ella no quiso.

Me levanté para tomar aire en el balcón y al salir me encontré con Venecia mirando fijamente hacia el cielo.

—Ey —llame su atención y su hermoso azul me sacó una sonrisa—¿que haces ahí? le muestras al cielo que el color de tus ojos es más bonito que el de el?

—Llegaste—vi como intento ocultar su rostro.

—Ey...¿que te sucede? ¿estuviste llorando?—Pregunte alarmada

Ahora por que llora¿le paso algo?

—Espera, iré para allá.

Fui corriendo hasta llegar a su departamento y ella me abrió.

—¿Que sucedió cariño?

Tome su rostro entre mis manos limpiando lo que al parecer eran restos de sus lágrimas.

—Nada...yo- yo solo me lastime usando un anillo y las piedras me lastimaron.

Suspire al saber que no era algo tan grave. Rápidamente levanté su mano para ver la herida.

—Vamos a lavarla.

Asintio, mi dulce Venecia. Odio a ese anillo.

—Con cuidado—pase un poco de agua por su piel y luego seque su dedo—¿tienes alguna crema?

—En mi cuarto

Fuimos y me dio la crema.

Cuidadosa mente la aplique en el área lastimada por el mugroso anillo. La aruño un poco, no era grave en lo absoluto pero si a ella le dolía entonces tenemos que cuidar de eso.

—Tu...nunca te he visto anillos, ¿puedo ver ese? Tal vez quieras uno de los míos, esos no tienen piedras. Déjame ver el anillo para saber cuales te puedo dar.

—No es que...es que yo lo tire por que me dio rabia.

Sonrei y deje un beso en su mejilla

—Ese carácter...tienes que trabajar en el mi amor. Igual si quieres un anillo te puedo dar uno de los míos

Le dije terminando de unta la crema en su dedo

—Listo...

—¿Me darás un anillo?

—Claro.¿ Cual quieres? Si no te gustan los que tengo puestos puedo buscar uno en mi cuarto...déjame traerlos

Cuando me iba a levantar ella me tomo del brazo sentándome de nuevo en la cama.

—Emm...quiero ese.

Señaló un anillo.

—Pero este es mi favorito...no importa, ten.

Lo quite de mi dedo colocándolo en el de ella.

—Te queda mejor que a mi, cuídalo. Al menos ya se de que tamaño escoger los anillos de compromiso.

Reí pero al contrario de ella su semblante se puso triste.

Me toco lentamente más piernas pidiéndome espacio para poder sentarse y así lo hize. Seguido de esto ella se sentó en mi regazo y me abrazo.

—Te quiero.

Mi corazón fue rápido y mi sonrisa se hizo presente. Escuche su corazón latir aunque no se si era el mio.

—También te quiero mi amor.

—De verdad...lo hago. Yo te quiero.

Me aferre más a ella inhalando el olor que su cabello desprendía.

—No me odies nunca. No lo soportaría.

—No lo haré, nunca podría odiarte cariño.

Trouvaille [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora