Capítulo 7

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—No me equivoque al escoger a Jennie como compañera de Lisa -el rey hablaba feliz, la mayoría de la familia estaba reunida observando la televisión, el programa que se transmitía de lo único realmente interesante de lo que podían hablar era de la princesa Jennie.

De todo el impacto que aquella joven había causado en el mundo, y el que seguía causando, la familia real estaba impactada y a la vez emocionada, hace mucho que un suceso de la monarquía causaba revuelo.

La forma en que tan solo una sonrisa, con un gesto hacia que la gente se enamorara de ella, el encanto que poseía era único e inigualable, aquella chica desde que era tan solo una pequeña niña había sido elegida para pertenecer a la familia real.

—Jennie fue y sera la mejor decisión que ha tomado la familia -concordo la reina -, desde que la conocimos cuando era una niña supe que ella era la elegida para estar con mi hija.

Emma solo los escuchaba en silencio, era la única persona que pensaba diferente a ellos, la mujer pensaba en cuán ciegos estaban sus familiares, no veían la magnitud de la situación en que habían embarcado a Jennie, una chica tímida e ingenua, que tampoco se daba cuenta, o tal vez estaba comenzando a quitar la venda que se le había impuesto en sus ojos.

Tal vez Lisa tenía razón, esto se podía considerar un circo, un circo donde cada cumplia un papel y tenia su propio show, un show que solo una persona podía dar por terminado.

Emma solo podía desear un cosa.

Que aquel brillo característico de Jennie, ahora Manobal, no perdiera su intensidad con el pasar del tiempo o con el pasar de sus propios tropiezos.

Era algo extraordinario, el sabor dulce del vino combinado con el sabor de sus labios, se sentía como si fuera arrojada a un infierno en que arderán ambas, pero por más que supieran hacia dónde iban nada iba a detenerlas, solo estaban ellas dos en...

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Era algo extraordinario, el sabor dulce del vino combinado con el sabor de sus labios, se sentía como si fuera arrojada a un infierno en que arderán ambas, pero por más que supieran hacia dónde iban nada iba a detenerlas, solo estaban ellas dos en escena, no había nada o nadie que las interrumpiera, pues ya se había encargado de eso.

Ambas querían irse al abismo y arder en el infierno de la pasión.

Sentías sus cuerpos arder en llamas, la chimenea frente a ellas no le podía hacer frente, la espalda de la castaña se inclinó lentamente hasta chocar con la esponjosidad del sofá, sus cuerpos volvieron a juntarse, el único espacio que tenían era el de sus ropas, obstruía el contacto que sus pieles deseaban.

—¿Vamos a un lugar más cómodo? -aprovechó la breve separación que tuvieron al tener que buscar nuevamente oxígeno, la castaña asintió agitada.

Estaba ansiosa por lo que sucediera en unos momentos, pero el calor de su cuerpo nublaba la sensación de nervios que comenzaban a revelarse, el camino hacia la habitación estuvo llenas de tropiezos pero al final pudieron llegar, sus labios no deseaban separarse, pues parecían estar hechos para encajar con un rompecabezas.

La puerta fue cerrada por el empuje que la pelinegra hizo con su pie, sus cuerpos caminaban hacia la cama hasta que las piernas de la castaña se encontró con la madera, su espalda término sobre la comodidad del colchón.

El calor que le proporcionaba el calor del cuerpo que se recostaba sobre el suyo le proporcionó más calor, como si eso fuera posible, cada prenda fue retirada de su cuerpo, dejándola en ropa interior, el aire fresco de la playa llegó a cada unos de sus poros, el frío fue una sensación placentera, al abrir sus ojos se encontró con su esposa desabotonando su camisa, cambiado las posiciones quedó sentada sobre el regazo de la pelinegra, no se molestó en ir de botón en botón, en cambio jalo fuerte la camisa, los botones se desprenden dejando libre para despojarle de la camisa, el cinturon del pantalon fue sacado de un movimiento ágil.

El pantalón obstaculizaba el contacto entre ambas, pero no era un impedimento para sentir la sensación de placer que recorrió su cuerpo cuando la castaña empezó a hacer movimientos constantes frotándose contra la pelinegra.

Sin dar más largas, las últimas en sus cuerpos fueron despojadas entre sí, ahora la sensación de piel con piel hacía más íntimo el momento, no era necesario ningún estímulos, sus cuerpos ya estaban más que listos para que lo que seguía.

La sensación placentera que sintieron al momento en que sus cuerpos se volvieron única fue algo en que sus terminaciones nerviosas hicieron un choque eléctrico, sus lenguas volvieron a unirse, no se sabía diferenciar el sonido de sus lenguas juntas y sus cuerpos chocar entre sí entre cada embestida, los jadeos eran sofocadas por sus labios juntos, sus gemidos quedaban atorados en su garganta al no poder tener una salida, el sonido de las mareas acompañaban el sonido de su cuerpo.

Sus miradas se encontraron, miradas lascivas, llenas de pasión y lujuria al mismo tiempo que el éxtasis llegó a su punto más alto.

La luz de la luna aún era joven, así como su noche juntas, faltaba mucho por vivir.

El sonido del tintineo alertó sobre un nuevo cliente en la tienda, la vendedora le dio la bienvenida, la tienda era muy concurrida así que ella quería conocer porque tanta gente le encantaba venir a ese lugar

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El sonido del tintineo alertó sobre un nuevo cliente en la tienda, la vendedora le dio la bienvenida, la tienda era muy concurrida así que ella quería conocer porque tanta gente le encantaba venir a ese lugar.

Esta vez no había muchos clientes, eso le tranquilizó, no quería sentirse agobiada en el lugar, recorriendo la tienda se maravillaba por las cosas que habian alli, variedad de cosas antiguas se encontraban allí.

La tienda se podía considerar vintage, no solo por los artículos a la venta si no también el diseño y decoración del lugar, realmente parecía que estuviera en otra época. 

—One way ticket, one way ticket -la voz cantando al ritmo de la música que se reproducía ambientando el lugar le llamó la atención.

Una chica pelinegra bailaba con lo que parecía ser discos en sus manos, bailaba de una forma graciosa llamando la atención no solo de ella, si no de todos los demás, tan sumergida en su mundo que no se daba cuenta de las miradas sobre ella, su burbuja de felicidad estacho cuando giró y se percató de ello.

—Es Jisoo -escuchó un murmullo cerca de ella, todos se estaban deleitando con el momento.

Los clientes fingieron no ver nada, apretó sus labios evitando reír por el momento, fingió ver los artículos, su mente le jugaba una mala pasada al proyectar nuevamente la imagen del momento.

La pelinegra por su parte tomó el disco que quería comprar, con su mirada baja y tapándose el rostro con el objeto se encaminó apresuradamente a pagar el articulo, sin darse cuenta de su camino chocó con un cuerpo femenino.

Al levantar su rostro se encontró con una chica rubia alta, que la veía con una sonrisa, por un momento quedó atrapada en la profundidad de la oscura mirada, tan oscura como la noche, pero acompañada con un brillo cautivador como si de un cielo nocturno estrellado se tratara.

—One way a ticket -la rubia coreo, haciendo el mismo baile que ella.

No pudo evitar cambiar su expresión de sorpresa por una de diversión, la sonrisa de la rubia creó la propia suya, era imposible que ambas la pudieran borrar de sus rostros, un encuentro que daría comienzo a una nueva historia.

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