El avión aterrizó, la pareja, desembarcó, enfrentándose a la expectación y a la mirada pública. A pesar de la resolución a bordo del avión, la incertidumbre flotaba en el aire, y las cámaras capturaban cada gesto en busca de pistas sobre el estado emocional de la pareja.
El reencuentro con su hijo añadió una chispa de calidez a la escena. La princesa, tomando la mano del pequeño, sonreía con ternura. Este retorno a la unidad familiar ofrecía un respiro temporal, pero el destino de la familia real seguía en un delicado equilibrio.
De camino a la casa de campo donde había estado el bebé, la castaña no se alejaba de su hijo, acogiendolo en sus brazos, el pequeño Jaehee alegre por ver a su madre sonreía pataleando alegre, pues el también la había extrañado.
—¿Extrañaste a mamá, Jae? —preguntó con voz suave y cariñosa al bebé, quien balbuceo alegre.
Aquello llamo la atención de Lisa, quien absorta en unos papeles levantó la vista hacia su esposa e hijo, Jennie dándole besos en la mejilla al bebé, inconscientemente sonrió, sus ojos ahora sostenían un brillo jamás visto en ello, si pudiera verse a través de un espejo se hubiera sorprendido y asustado de ello.
Su pecho ahora llenándose de una sensación extraña, pero a la vez se sentía tan familiar. Jennie notando la insistente mirada de Lisa que parecía llamarle giro su cabeza, Lisa al sentirse descubierta sonrió.
—¿Puedo? —preguntó la pelinegra con voz suave, su mirada suplicante mirando fijamente a la castaña.
—Tengo entendido que también es tu hijo —Lisa rió levemente, extendiéndole los brazos a Jennie para recibir a su hijo.
La castaña dándole al bebé con sumo cuidado a Lisa presenció la primera vez que la pelinegra sostenía en brazos a su hijo.
Al principio, madre e hijo se observaron con curiosidad, muy a pesar de que el vínculo que tenían nunca fue afianzado seguía allí, los ojos de la pelinegra brillaron al momento de observar detenidamente a su hijo, lo que muchos decían era cierto, aquel pequeño era la combinación perfecta de ella y la castaña.
Sonrió ante la curiosidad del bebé al ver un nuevo rostro, el niño sonrió de igual forma parpadeando levemente guardando en su pequeña mente el rostro de su otra madre.
Lisa se sorprendió al ver como el bebé se acurrucó en su pecho, tomando su camisa en su puño, mientras cerraba sus ojos comenzando a dormir.
Miro a Jennie quien la miraba de igual forma, sorprendida por la acción del bebé, pues el niño no era fanático de ser cargado de personas que hasta ahora veía su rostro porque lloraba al instante.
—Gracias Jennie —la castaña no pudo decir nada ante las palabras de Lisa, quedándose sorprendida por lo que acababa de escuchar.
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La princesa envuelta en una compleja maraña de sentimientos al presenciar la conexión entre ella y su hijo, una sutil sensación de desconcierto la embargó mientras observa cómo la dinámica familiar se transforma, ahora con ella asumiendo un papel más activo en la vida de su hijo.
