Capítulo 9

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—¿Puedo sentarme? -señalo la silla vacía en la mesa.

La pelinegra solo asintió, sus mejillas sonrojadas por la vergüenza que sentía al volver a encontrarse con la rubia, habían pasado ya días desde aquel momento vergonzoso, había comenzado a olvidarlo pero la rubia frente a ello al parecer no.

—Claro -murmuró, tomó el vaso de agua tomando un sorbo viendo como la rubia se sentaba.

—No creí volver a verla -la pelinegra no pudo estar más que sorprendida por la dulzura de aquella voz, tan delicada y refinada que la dejó boquiabierta -, bueno, tal vez me apresure a pensarlo, pero me da gusto volver encontrarla, espero y no le este incomodando -su rostro se nubló de preocupación y nerviosismo al pensarlo.

—¡No! -habló apresuradamente, no quería que la rubia pensara eso -, digo no -rió nerviosa ante su apresurada negación -, no tiene porque preocuparse, no me incomoda.

—Le avergüenza, ¿verdad? -completo, teniendo el asentimiento de su nueva acompañante -, no tiene porque, a mi me gusto escuchar su voz, de hecho, debería ser cantante.

—No se burle -el sonrojo se hizo más notorio.

—No lo hago, solo expreso mi opinión, déjeme decirle que tiene una linda voz.

La pelinegra solo pudo reír, dejando de lado su vergüenza, levantó su mirada encontrándose con una tierna observándola de vuelta, la sonrisa plasmada en la rubia hacía notar aún más sus mejillas abultadas, pareciendole muy tierno en ella, tuvo un arranque de querer morder aquella mejilla y su loco pensamiento de que al hacerlo de alli saldria una cremosa mermela.

Aunque tal vez debería dejar de pensar ese tipo de cosas y concentrarse en la conversación que mantenían.

—Y a todo esto, disculpe mi descortesía, ni siquiera me he presentado -tenia razón, habían comenzado con el pie izquierdo -, soy Rosé un gusto -la rubia ahora sabía su nombre le extendió la mano, esperando que de igual forma se presentará.

—Mucho gusto Rosé, soy Jisoo.

Estrecharon sus manos con un suave apretón, continuaron con su conversación amena, dándose cuenta de que tenían casi las mismas aficiones, y coincidían en muchas cosas, los cliente en la cafetería iban y venían, pero ellas continuaban alli rodeadas por una burbuja que ellas creaban, entre risas comenzaban a conocerse, sin siquiera prestarle atención al tiempo.

Aunque para ellas no existía, podían pasar horas y ni cuenta se darían, porque estaban tan compenetradas sin quitarse la mirada una de la otra que ello no importaba, solo importaba disfrutar de ese momento.

El lugar era llenado por las leves respiraciones de ambas, sus ojos fijos en el techo, las olas se escuchaban lejanas, así como lo estaba su mente, no podía dejar de pensar en la conversación que había escuchado en la mañana, su pecho dolía al rec...

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El lugar era llenado por las leves respiraciones de ambas, sus ojos fijos en el techo, las olas se escuchaban lejanas, así como lo estaba su mente, no podía dejar de pensar en la conversación que había escuchado en la mañana, su pecho dolía al recordarlo, pero ya comenzaba a acostumbrarse a esa sensación.

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