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Yuna (Yuto) comprendió un par de cosas que estaban pasando. La primera es que, quienes estaban llevando los secuestros y asesinatos no lo hacían al azar; lo segundo era que no importaba la hora y el lugar, ellos se llevarían a la presa aun si es de día o por la noche; y el tercer detalle, era el hecho de acechan solo a duelistas de cierto rango y nivel, y en su mayoría, siendo chicas.


Se le proporciono un lugar y un equipo, y aun siendo para algunos alguien sospechoso, otros se abrieron a darle confianza y apoyo. Más eso no dejaba que seguía siendo alguien de quien dudar.



—Yuma, ya suspiraste mucho en el día –Kotori le miro preocupada.

—Es solo que... 

—¿Estás preocupado por Yuna? ¿No es así?

Desde aquel día en la muerte de Rio, las cosas habían cambiado. Yuna dejo de salir con ellos, algo que incluso su abuela y hermana resintieron debido a que el chico fue como una chispa más en casa. Para él era como un hermano con quien charlar.

—No eres el único –sincero ella. Yuna aun sin saber quien es o de donde viene, es un chico amable, honesto y protector —pero... No es como si se hubiera ido. El esta aquí, solo tenemos que encontrar un momento para verlo –le ánimo con una leve sonrisa.

Yuma sonrió. Tenía razón, seguía con ellos, y aun si se ofreció en la búsqueda de aquellos tipos que solo causan problemas, no significaba que no pudiesen verle —¡Hay que hacerle una visita!



Hábil en la búsqueda de información, Yuna se movía de un ordenador a otro de los tres que tiene, revisando las pantallas y teclear sin necesidad de ver, códigos, palabras clave. Por el día se encargaba de registrar, revisar y monitorear, y de noche salía en la investigación de campo, incluso estando en batallas clandestinas por información.


—¡Yuya! –dos chicos más llamaban con insistencia al joven —¡Yuya!

—¡Aquí estoy! –la respiración agitada, aquel de cabellos rojos y verdes llego con ellos —todo es un caos.

—Debemos de ir con papá, el sabrá que hacer –dijo el de cabellos morados y rosas.

—Démonos prisa –apuro el de cabellos azules y amarillos —podemos tomar los atajos para llegar más rápido.

Ruinas, el retumbar de la tierra que se sacude con fuerza, los gritos desesperados y ensordecedores de la gente corriendo sin saber a donde huir, donde refugiarse.

—¡Yuto! –exclamo Yuya cuando fue empujado por este debido a unos escombros que cayeron, por suerte ambos estaban bien.


—Yuna... ¡Yuna! –removió Yuma, quien junto a Kotori quienes se preocuparon al no ver respuesta a sus llamados a la puerta, la cual notaron que estaba abierta, y por la cual entraron y se encontraron con él dormido en el largo sillón.

Entre abrió los ojos, y entonces los nombres y rostros en sus sueños, se difuminaron.



17/11/2023

KyōdaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora