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//Tienes que despertar//aquella voz femenina. No la reconocía de ningún lado, y aun así, parecía haberla escuchado desde siempre.

//Nosotros te ayudaremos, pero tienes que ser fuerte//masculina, no eran sus hermanos, ni su padre, tampoco Zarc. Amable.



Aquel día estaba muy feliz, y no solo por ser su cumpleaños, o por ver la competencia de su hermano Yugo, de probar la deliciosa comida especial sorpresa de Yuto o por las bellas flores que cada año eran más bellas que Yuri cultiva. No es por el hecho de que su madre aquel día le cumpliera sus caprichoso, o que su padre ese día estuviera a la hora exacta a diferencia de otros días.

Amaneció muy feliz sin esperar que aquel día no sería lo que cree.



//El destino de todos esta en tus manos// la mujer de rubio cabello y ojos azules sonrió con cariño, no se asemejaba en nada a la dulce sonrisa de su madre Yuzu, pero admite que le da un tipo de calidez agradable en el cuerpo.

//Solo tu puedes detener la realidad del destino//el hombre de piel morena, y ojos como cabellos de color cafés. Aquellos nunca les había visto ¿Quienes eran?





El sonido de las olas, la suave brisa salina picando en la nariz, el calor de los rayos del sol sobre el cuerpo como el de la arena bajo de él. Yuya entre abrió los ojos sin tener idea alguna, o el pensamiento de algo en realidad.

Una mente en blanco, ojos que solo ven, oídos que solo escuchan.

Era como solo ser parte del todo, sin necesidad de algo más, solo estar quieto y formar parte del todo. Los gritos de una chica no fueron motivo de ver que pasaba, ni el tacto a su cuerpo en señales de vida, la cual corre por sus venas.

El ser llevado por un hombre y como la gente parecían ver asombrados y con preocupación aquella escena.

Yuya Sakaki no recuerda siquiera algo sencillo como su nombre, no al menos en ese momento, no entiende que pasa, y no le preocupa saberlo, no comprende lo que aquella gente dice entre ellas, no siente el dolor de los piquetes de las intravenosas ni sabe en que momento dejo de ver y se acoplo a la oscuridad del inconsciente.



Explosión.

Una tras otra.

La gente en pánico.

Corriendo de un lado al otro.

Huyendo sin saber a donde.

Socorrerse era la opción lógica, era lo más seguro.

Pero tan solo era el pensamiento en sus cabezas que es un lugar seguro, cuando en realidad no lo hay.


Nada lo es.


El mundo se esta abriendo por el poder que no se pudo dominar.



Por el error y el egoísmo.

KyōdaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora