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Ambos saben que saltarse las clases era igual a tener serios problemas con Yuzu pero ¿Acaso no era divertido arriesgarse alguna vez? Esa fue la pregunta que hizo Sora a Yuya quien pensándolo muy poco, no vio problema alguno en hacerlo una vez.



—¿Qué tanto crees que se enoje Yuzu? –cuestiono Yuya comiendo un puñado de palomitas que les quedaron después de ir al cine, ahora paseaban por el parque de diversiones.

Sora le miro mientras come de aquel gran helado con tres bolas de nieve, se encogió de hombros —debería de relajarse un poco ella también, no tiene que estar todo el día gritando y dando ordenes. 

—¿Qué están haciendo ustedes por aquí? –escucharon detrás de ellos a Yusho quien parecía estar enojado —¿Yuzu sabe de esto?

Aquello les hizo poner los pelos de punta, ya que Yusho es cercano a la chica. Segundos después el chico de cabellos negros se puso a reír y señalar la cara de ambos, lo cual no agrado a los chicos.



—Incluso yo necesito mi espacio –hablo después de que se subieran a la mayoría de los juegos —Yuzu tiene mucha energía, no se a veces como seguirle el ritmo.

—Debe de ser difícil para ti –ahora Sora degustaba un hot dog.

—Ella da su máximo esfuerzo para sacar adelante la escuela –pensó en alto Yuya poniéndose triste —y nosotros solo le damos problemas.

—No vengas a llorar ahora, que bien hace unos minutos no pensabas igual –le riño Sora con un bigote de mostaza.

Entonces el suelo se sacudió con fuerza y permaneció así por largos minutos, algo que nunca había pasado y que hizo correr el miedo en las personas debido a que quebranto el suelo y algunas estructuras que se mecían amenazando con caer en cualquier momento, entre ellas uno de los altos juegos mecánicos donde las personas estaban aterradas.

—¡Mago del cielo! –invoco Yusho a su monstruo quien atendió a la orden y sin decir palabra se dirigió hacía el juego con Yusho montado sobre él y sostener el juego.

Pero este no fue él único, guardias del lugar capacitados para situaciones de emergencia hicieron uso de sus monstruos para detener y ayudar a la gente a bajar de los juegos, estando unos aun en funcionamiento.


//Eres mío... No podrás escapar... No importa lo que hagan... //esa voz imponente resonó en la cabeza de Yuya haciéndole caer al suelo y sujetarse la misma asustando a Sora quien se coloco en cuclillas delante de él //Yuya Sakaki... El caos reinará //grito en impotencia.

//¡Yuya!  //no era la voz usual, ni la femenina. Era alguien más, alguien que le daba seguridad, con quien se sentía confianza y una sensación familiar //¡Eres más fuerte que esto! ¡No te dejes vencer! 



—Hey, déjenle respirar –no podía ver el rostro del hombre, la voz sonaba a un hombre de no más cuarenta años.

—¡Lo dices para tenerlo tú! –recrimino un niño de cabellos morados en dos tonos.

—¡Cierto! –le siguió otro de cabello amarillo y azul.

—¡Es demasiado tierno! –termino diciendo el hombre para tomar a sus dos hijos y para que tuvieran mejor vista del niño de cabellos rojos y verdes.

—Pensé que Y-g- seria el ultimo –se cruzo de brazos el niño mayor del resto de cabellos negros con morado.

—Es el regalo de la vida –dijo la mujer de cabellos rosas de mirada amable y afectiva.


—Ma- Mamá –fue lo ultimo que dijo cuando cayó desmayado, la ciudad dejo de sacudirse pero el terror seguí en la gente. Sora no pidió a gritos ayuda sosteniendo la cabeza de Yuya entre sus piernas.


31/05/2024

KyōdaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora