Capítulo 9

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—¡Abuela! — me lanzo a ella y corresponde a mis movimientos dándome un abrazo.

Estoy tan feliz de verla que no puedo pensar en otra cosa que pedirle que vayamos a casa para pasar el fin de semana.

Una mujer entra y acomoda las maletas en su habitación. La noto más delgada y tiene ojeras que oscurecen su mirada.

Comienzo con una charla típica sobre exámenes, entrenamientos y mi convivencia con Jaekyung, es ella quien no me dice nada y se limita a escucharme.

La mujer de antes pide permiso para retirarse, le pregunta a la abuela que si hay algo más que necesite y le recuerda que no debe dudar en llamarla si algo se pone difícil. Mi abuela me mira inquieta como si hubiera preferido que yo no estuviera aquí para escuchar su conversación.

—Mi niño— una vez con la mujer fuera de nuestro encuentro, se acomoda en el pequeño sofá y yo me quedó en su cama, mirándole inquieta, preocupada y muy ansiosa sin encontrar la forma apropiada de decirme las cosas que tiene en mente.

—¿Qué pasa?

De sus ojos comienzan a brotar lágrimas y aunque se cubre la boca puedo escuchar cada uno de sus sollozos, me siento peor de inquieto que antes. Me acerco a ella para abrazarla y me pide un poco de espacio, intento comprenderla, sé de lo que debe tratarse esta conversación y me doy cuenta que no soy tan maduro como pensaba, no tengo el valor para escuchar sobre su enfermedad, tampoco me queda claro porqué ha decidido decírmelo hasta ahora si hace ya casi dos meses que me enteré por casualidad.

—Tengo cáncer mi niño. Los tratamientos están siendo complicados, son agotadores y ya que debo afeitarme la cabeza no podré seguir ocultándotelo.

—Abuela...— tomo sus manos y el horrible nudo que me retuerce la garganta es lo único que me impide llorar.

—Hace casi dos meses que me enteré. Es un cáncer de estómago en fase III, eres muy pequeño para entender todo sobre esto, pero mientras haya esperanza yo voy a luchar por mi recuperación.

—¿Te has sentido mal? — pregunto esto ya sin poder contener mi llanto. Cuesta que las palabras salgan bien articuladas de mi boca y ahora ella es quien me seca las lágrimas con sus delgados dedos.

—Estoy bien mi niño.

—Dime la verdad ¿Por qué tardaste tanto en regresar? ¿Quién era esa mujer?

Lamentando que no haya más posibilidades de ocultar lo que está viviendo, me abraza y me acaricia el pelo como cuando era muy pequeño y me ponía a llorar por tonterías.

No puedo parar de llorar, ella es todo lo que tengo, si ella llegase a... ¡No! No puedo siquiera pensar una vida en la que no la tengo a mi lado.

—Estoy recibiendo quimioterapia, pero me ha costado adaptarme. Me puse un poco mal y estuve hospitalizada unos días. La mujer de ahora es la enfermera Song. Ella estará conmigo a partir de ahora.

—Tengo miedo abuela. Mucho miedo— creo que he mojado la tela de su ropa, me aferro a ella con desesperación y he sido poco consciente de que puedo lastimarla. Pronto cumpliré 17, debería reaccionar de otra forma, se supone que a los enfermos no les hace bien percibir la tristeza de los demás.

Le prometo al oído que nunca la dejaré sola y le pido que deje este trabajo y que vayamos a casa para centrarnos en su recuperación. Ella niega insistentemente y me explica que todavía tiene fuerza para trabajar y que de no poder estar aquí se deprimiría por la inactividad.

Me toma de la cara y me explica que lo único por lo que yo debo preocuparme es por sacar adelante mis estudios, alega que se pondrá bien, dice que los médicos han dado buenos pronósticos para su caso y me advierte que habrá más ausencias si es que continúa con malestares.

El camino hacia ti (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora