Capítulo 11

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La abuela intercambia opiniones respecto al clima con el chófer que vino a recogernos, no sabía que tenían esta clase de lujos como un hombre que les abría las puertas del auto y les deseaba las buenas noches. Las risas en la parte delantera de los asientos ayudan a romper con el ambiente tenso formado entre nosotros, intento mirarlo y esquivo no acude al encuentro mirando por la ventana. Es tierno saber que no es capaz de mirarme, pero deja que le tome la mano.

Dejo salir un suspiro y me relajo en mi lugar ¡Mierda! Recién caigo en cuenta de que nos besamos, nos besamos de verdad y no fue algo forzado, fue un encuentro que nos hizo lucir como un par de necesitados, fue como si un montón de emociones nos hubieran estado sometiendo para hacer de las suyas. Creo que me quema la piel de las manos mientras recuerdo la forma en que recorrí su espalda y le sentí entrar en calor, pude tocar su piel y robarle el aliento, me moví guiado por mis instintos y entre sus piernas dejé que mi cuerpo fuera arrastrado por electricidad pura creando fricción entre nosotros, una fricción que nos hizo gemir bajito y mirarnos a los ojos sin entender bien lo que nos había pasado.

No sé cómo es que sigo con vida, quizá morí y estoy en un limbo imaginario en el que imágenes de mis deseos más profundos se materializan ¡No! No estoy muerto, mi corazón late y la mano de Dan que se aferra a la mía es tan cálida que no hace más que confirmarme la verdad de esto.

Vamos rumbo a su casa. El corazón se me precipita y un fondo imaginario de sucesos pasa frente a mis ojos. Tal vez me ha pedido que venga con él porque quiere dormir abrazándose de mí, tal vez quiere que sigamos con lo que estábamos haciendo, quizá piensa confesarme que siempre le he gustado y que está bien si doy un paso más.

Siento mi cara aumentar su temperatura y aparcamos frente a una bonita casa, qué para mi sorpresa, no luce como esas enormes mansiones que pensaba compraba la gente que se ganaba la lotería.

Dan es el primero en soltar mi mano y se baja antes que yo para abrir la cajuela, busco sus ojos y se apresura a poner distancia entre nosotros. Da lo mismo, alcancé a ver sus orejas rojas y esto no hace más que volverme más loco de lo que ya estaba.

Ayudo a la abuela a subir dos pequeños escalones frente a la puerta y el chofer nos acompaña a las espaldas sosteniendo el equipaje.

—Gracias Jaekyung, Dan tenía prisa por entrar.

—Eso creo señora.

—Tu tío sonaba emocionado de que te trajéramos a casa.

—¿Habla muy seguido con él?

—A lo mejor no tanto como debería, pero ya debes estar pensando que soy una mensajera. Él confío en mí la responsabilidad de enderezar tu camino, eso fue lo que dijo. Y si te soy honesta creo que no hay mucho qué enderezar, eres un chico dulce y amable.

Dulce y amable. Vaya, esas cosas no se escuchaban todo el tiempo, ella debe ser única en su especie, la única en el mundo que puede definirme como un chico dulce.

—Estoy intentando mejorar, aun así, mi tío ya me tiene en un mal concepto.

—Le importas, debes saber que los adultos tenemos una muy extraña forma de proteger lo que nos importa— la casa está bien iluminada, unas bonitas paredes en tonos bajos decoradas con lindas fotografías en el recibidor. Son imágenes que muestran los recuerdos de los últimos siete años en los que no supe de Dan, hay una foto de él con su abuela en la graduación de la primaria y otra de la secundaria. Me doy cuenta que Dan ha formado parte de un equipo de ajedrez y aparece en una foto presumiendo un pequeño trofeo, otra en la que se le ve con un perro golden retriever. Tanto que ver, por primera en un tiempo, puedo sentirme afortunado, el más afortunado por tener acceso a esta clase de intimidad.

El camino hacia ti (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora