Capítulo 23

1.4K 141 58
                                    

Duramos tanto tiempo bajo la nieve que a punto de un ataque de hipotermia decidimos tomar un baño con agua caliente, Dan lo hizo primero y ahora yo me permito relajarme bajo el agua tibia que me hace recordar las últimas navidades que he vivido, todas habían sido aburridas, decepcionantes o simplemente pasaban desapercibidas. Esta es por mucho, la mejor navidad de mi vida, una en la que hemos sido arrastrados por la leyenda de la primera nevada del invierno y hemos prometido permanecer juntos.

Dejo la ducha y me seco lo más rápido posible para ponerme la pijama. Una vez vestido me seco el cabello y lavo mis dientes frente al espejo, mi cabello ahora huele como el de Dan y tras varias noches de dormir en la misma cama, incluso siento que llevo su olor encima, cosa que no me desagrada en lo absoluto.

La puerta del baño se abre y le siento abrazándome por la espalda, el vapor del baño se dispersa poco a poco e intercambiamos miradas en el espejo.

—¿Pasa algo?

—La abuela y esa mujer hace rato que duermen.

—Ah— soy algo lento cuando se trata de él, así que, sin entender bien el trasfondo del comentario, le doy la vuelta y dejo un beso en su mejilla—. Vayamos a dormir también.

—Nunca entiendes nada, o sólo finges muy bien— me toma desprevenido y me planta un beso que me deja sin oportunidades de reaccionar.

Su repentina iniciativa me toma por sorpresa y estoy a punto de tropezar hacia el frente. Lo envuelvo con mis brazos y tomo el mando en este beso hundiendo mi lengua en su boca mientras sus dedos se enredan en mi cabello húmedo. Ataca más profundo y un gemido proveniente de su pecho zumba en mis oídos haciendo que mi prudencia se vaya por la borda, no soporto la ansiedad de no sentir mis manos contra su piel, quiero arrancarle la ropa, derribarlo en el suelo si es lo que tenemos más próximo. En conclusión; mi cuerpo esta desconectado de mi mente y por eso meto mis manos por debajo de su camiseta. Tiembla ante mis caricias y dejándome llevar por mi descontrol lo acorralo contra la pared e intensifico los besos. Nos alejamos sólo lo suficiente para vernos a los ojos y de nuevo me mira; agitado y sonrojado.

—Quiero hacerlo— se a lo que se refiere, así que vuelvo al ataque de sus labios y tomándolo con firmeza por la cintura hago que sus pies abandonen el suelo para que sus piernas se enrosquen en mí. Pareciera que estamos hambrientos el uno del otro, de inmediato responde a lo que hago, enreda sus manos en mi cuello y mueve su lengua tal como yo lo hago, una clara invitación a continuar.

Un sonido metálico me hace abrir los ojos para encontrarme con su mano abriendo la perilla de la puerta, salimos del baño sin dejar de besarnos y lo coloco sobre la cama. Me quito la camiseta y me abalanzo sobre él, está claro que somos adictos a besarnos. Sus brazos me rodean de manera tímida al principio y después lo hacen de forma sugerente, recorriendo con caricias toda la piel de mi espalda. Y como no soporto la idea de que mi piel este expuesta sin encontrarse con la suya, parece leer mis pensamientos, alza los brazos y empiezo a desnudarlo. Sus ojos y los míos se abren al mismo tiempo y al cruzar miradas, sé que no habría forma de detenernos, en verdad queremos esto.

Mis manos se ocupan de sus pantalones, hundo los dedos entre el borde de la tela y halo, con la urgencia de tenerlo desnudo frente a mí. Dan levanta las caderas facilitando las cosas.

—También desúdate— el aire se escapa de mi pecho mientras me susurra de esa forma. Puedo sentir mi flujo sanguíneo elevándose desde mis pies hasta clavarse en mi rostro. Seguramente estoy sonrojándome. Hago lo que me pide y me quito toda la ropa.

Quedamos completamente expuestos sin nada que esconder,  entre besos y caricias suaves. Sonreímos sin poder hacer otra cosa. Suelto una risilla que más bien parece un jadeo, busco la curva formada entre la unión de su cuello y su hombro para delinearla con mi lengua, lo beso soltando mi respiración abrupta, deleitándome con cada estremecimiento que le produzco. Sus gemidos aumentan de intensidad ante cada caricia. Pronto la piel de su pecho y abdomen está llena de marcas rojas, todas cortesías mías por supuesto.

El camino hacia ti (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora