Episodio 8

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Aquella tarde Juliana estaba recogiendo algunas cosas en el taller, lista para cerrar e ir a casa a prepararse para su salida con Valentina. Habían quedado en conocer el nuevo restaurante de pastas de la ciudad para pasar un poco de tiempo juntas, les hacía falta ya que en la última semana no pudieron compartir mucho a causa de sus compromisos con el trabajo y la universidad. La presencia de un elegante y alto caballero, de ojos azules, pelo canoso y perfume costoso, la impresionó.

- Buenas tardes, señorita – dijo el individuo con voz profunda.

- Buenas tardes, señor – respondió – Estamos a punto de cerrar, pero mañana abrimos a las 8:30 y con gusto lo atenderemos – sonrió con amabilidad.

- No vengo en busca de sus servicios, vine a conocerla – ella frunció el ceño sin entender – Soy el doctor Vicente Carvajal, el padre de Valentina, usted debe ser Juliana Valdés – un pequeño frio se instaló en el pecho de la morena, de inmediato intuyó que aquel encuentro no terminaría bien.

- Sí, un gusto conocerlo – le ofreció su mano y él solo la miró sin responder el saludo.

- Iré directo al grano, creo que es lo mejor, ¿Cuánto dinero quiere para dejar a mi hija en paz? – ella abrió sus ojos con sorpresa. Su suegro se había tomado la molestia de investigarla y conocer casi todo de ella – Sé que tiene muchas deudas, esta es la oportunidad de su vida, dígame cuánto necesitas para pagarlas y hacer de este lugar el mejor taller de la ciudad.

- Prefiero hacer de cuenta que no escuché lo que acaba de decir, ni siquiera me conoce y asume que puede comprarme con su dinero – suspiró profundo para calmar la rabia interna que empezaba a arder en ella.

- No la estoy comprando, solo le ofrezco una oportunidad inigualable. Muchos morirían por algo como esto – respondió con sonrisa burlona – Seamos honestos, mi hija solo está confundida y sumida en esa locura de que le gustan las mujeres. Y si fuese real, que evidentemente no lo es, usted jamás estará a su altura, pertenecen a mundos distintos, sería como una princesa con una plebeya, nunca podría darle la vida que ella merece y a la que está acostumbrada – sus palabras dolían porque en el fondo ella sabía que llevaban algo de razón, pero no se permitiría flaquear. Valentina era lo había soñado desde siempre y si para tenerla a su lado debía enfrentar aquel hombre o a mil más lo haría sin dudarlo.

- Puede que tenga razón, no estoy a la altura de Val, si somos honestos nadie lo está ni lo estará porque ella es simplemente no es de este mundo, es perfecta. La persona más tierna y dulce que existe, noble, divertida, inteligente y muy hermosa. Yo no quiero estar a su altura, yo lo que deseo es hacerla sonreír y que se le achinen los ojitos de felicidad y si me tengo que dejar el alma en el intento lo voy a hacer.

- No me venga con romanticismos, usted es más inteligente que eso – la interrumpió - ¿Qué cree que pase cuando ella sea una doctora y se ocupe de la clínica familiar? ¿Cree que querrá presentar a sus amigos y colegas a una simple mecánica de barrio? – quería lastimarla y lo estaba logrando.

- Si piensa que haciéndome menos lograra alejarme de ella está equivocado, Val es el amor de mi vida y por ella seré la mejor persona que pueda para que se sienta orgullosa de mí. Y sé que lo hará porque ella no es como usted, no mira a las personas por encima del hombro, ella cree en que el valor de las personas lo llevan dentro – contestó con firmeza – Su hija es distinta al resto de las personas y por eso no la perdería por nada, ni por todo el dinero del mundo.

- Debería pensarlo, ella pronto se cansará y volverá a ser la de antes... y entonces usted se quedará sin nada – amenazó.

- Es una pena que conozca tan poco a su hija – se lamentó – De lo que se está perdiendo, le prometo que es la mujer más extraordinaria del mundo. Si se diera tiempo de escucharla podría entenderla, saber lo que pasa dentro de ella y el punto de inflexión por el que está atravesando. Ella lo necesita – confesó.

Sueño de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora