Episodio 14

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Aquella mañana Valentina y sus hermanos fueron sorprendidos con la noticia de que su madre estaba pensando en el divorcio y, como era de esperarse, un sin numero de cosas pasaron por su cabeza. Empezando por la culpa de ser la responsable de la situación, la tristeza por la división de su familia, el dolor al ver los ojos humedecidos de Isabella. Todo era una montaña rusa de sensaciones.

- Quiero que les quede claro que ninguno de ustedes tiene responsabilidad en este asunto, su padre y yo somos adultos y como tales los únicos en la capacidad de decidir si continuar o no unidos en este matrimonio – aclaró al reconocer los pensamientos que estarían pasando por la cabeza de sus hijos – La verdad es que con el paso del tiempo las cosas entre Vicente y yo han cambiado, lo cual no significa que sea una mala persona, solo que no es perfecto ni yo tampoco.

- ¿Cómo te sientes, mamá? – preguntó Fede con preocupación.

- Bien, de hecho, he sido yo quien ha puesto el tema del divorcio sobre la mesa – sus tres hijos se sorprendieron – Como dije, con el paso del tiempo han pasado muchas cosas y cada uno ha ido por caminos a su ritmo, ya no somos esa pareja que tenía metas y planes juntos, que creía en las mismas cosas. Ahora estamos en orillas distintas del río.

- ¿Esto es por mí? – la ojiazul no se pudo contener la pregunta - ¿Peleaste con papá por el tema de mi preferencia sexual? – negó de inmediato.

- Eso es solo la punta del iceberg, esta decisión es un cumulo de cosas que han pasado y que antes no podía ver. Ustedes son lo más importante para mí y por años no estuve haciendo lo suficiente para protegerlos, para ayudarlos a cumplir sus sueños, para que fueran felices, permití que las cosas llegaran hasta aquí – bajó su cabeza con vergüenza – Pero ya no quiero eso, necesito verlos sonreír, divertirse, sin miedo, sin postureo, sin tener que guardar apariencias – sonrió levemente – Que Fede pueda convertirse en un campeón del circuito – el joven le regaló una sonrisa – que tú puedas bailar y elegir a quién amar, que Ivana pueda tomar sus propias decisiones... eso es todo lo que deseo. Y si para eso debo separarme de su padre, entonces lo haré – la castaña la abrazó con fuerza y sus hermanos se unieron a ellas.

- Eres increíble, mamá, te amo tanto – comentó la hermana menor.

- Iva tiene razón, eres la mejor madre del mundo – confirmó el mayor. Se escuchó el llanto de Valentina que no podía contener sus lágrimas y ese pensamiento de que por su culpa se rompía su familia.

- Valen, mírame, por favor – pidió Isabella y tomó su barbilla – Esto se rompió por acumulación de errores, por no haber sabido detectar que las cosas no marchaban del todo bien desde antes. Así que no llores ni sientas culpa, no cargues con un remordimiento que no te toca – besó su frente y luego la abrazó por algunos minutos.

- Entonces, ¿Qué pasara? – preguntó Ivana.

- Por lo pronto papá y yo no hemos podido llegar a un acuerdo sobre si divorciarnos o no, tampoco queremos apresurar una decisión de que luego podamos arrepentirnos – explicó – Solo quería que supieran en que punto estamos y que, probablemente, se vienen cambios trascendentales en nuestras vidas.

- Siempre está la terapia de pareja, aunque honestamente no veo a papá en esas – opinó Fede – Demasiados prejuicios en él como para permitirse sentarse en un sofá a contarle a un extraño su vida – todos sabían que el joven tenía razón, pero a veces los milagros pasan y el amor nos mueve a hacer cosas que en condiciones normales no haríamos.

- No seas tan duro con él, recuerda que somos de otra época y vemos la vida de una forma distinta a ustedes – le pidió su madre.

- Eso es un argumento poco contundente, tú no piensas así, todo ser humano posee la capacidad de adaptarse y cambiar su visión de la vida. Solo necesita los motivos correctos, algunos lo hacen por amor, otros por bienestar, otros por miedo – refutó su hijo las tres lo miraron fijamente – No me vean así, tengo mis diferencias con él, pero lo amo, lo que quiero decir es que llegó su momento de la verdad. O realiza un cambio en su vida o nos va a terminar perdiendo – Vicente los escuchaba desde el pasillo y sabía que aquellas palabras eran ciertas. Debía dar su brazo a torcer o pasar el resto de la vida sin ellos.

Sueño de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora