Impulso interior

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Bang fue siempre un hombre violento, desde niño, jugaba a quemar cosas y matar animales. Cuando tuvo la oportunidad y la edad necesaria, se hizo cargo del merado de esclavos como nunca antes se había visto.

Su maldad era infinita, las personas a su alrededor siempre dudaron de que fue lo que motivo a ese ser humano ser tan despiadado.

Cuando llego Wooyoung a su dominio, esa malicia creció un nivel mucho mas alto. Lo que hizo con ese niño fue destruir su voluntad poco a poco. No  hablaba solo de la profanación y arrebato de su inocencia mediante el sexo, sino que los insultos, los golpes, los azotes, todo eso fue lo que propicio a que tal joven se perdiera.

En realidad nunca hubo un propósito especifico, solo se dio la oportunidad y la tomo. No había un porque, o un detrás. Lo disfruto y muchas veces. Fue su pasatiempo favorito.

Por eso, desde su partida, no había torturado o violentado a otro chico o chica de su mercado. Es decir, si trataba mal a sus esclavos pero no existía una ensaña como lo había hecho con el rubio.

Miro por la ventana de su carruaje, con cortinas oscuras mientras atravesaba la ciudad. Era temprano, por lo que seria raro ver alguien a donde se dirigía.

Se quedaría de ver con un cliente, las subastas no eran algo que la gente se enterara como si fuera un circo, las invitaciones debían ser personales y para despejar un poco su mente, lo haría el mismo.

Ya que el negocio estaba un tanto en peligro, debía extender su población, por lo que no solo los mas ricos y relevantes del reino debían ser invitados, sino que quizá también los que seguían después de ellos.

Hoy tocaría invitar a 5 personas, esperaba que el día no fuera tan largo, porque la cabeza le dolía por las bebidas cargadas que se había tomado la noche anterior.

Reviso la lista posible de señores y lores que invitar, al mirar el ultimo apellido se rió un poco, de enterarse, Bin seguramente hablaría mal de el.

Bueno, no conocía al hombre por completo pero la carne era la carne, los caprichos eran los caprichos.

Y mientras el se dirigía con el Señor Yang Daesung, un pelinegro esperaba en la antesala de un elegante edificio, sostenía en sus manos el carpetón de cuero que contenían sus documentos de identificación, de su hogar y la solicitud previamente firmada por su puño y letra, esperando que la puerta de roble se abriera por fin.

Habían pasado casi 1 hora desde su llegada, procuró estar en las oficinas lo mas temprano posible porque pensó que seria mas rápido. Quizá se había equivocado.

Miro el reloj en la pared, después de ahí planeaba regresar a desayunar con Woo para mejorar los ánimos.

Estos días había estado mejorando mucho en su salud, las heridas habían cicatrizado por completo, ya no había dolor ni malestar y aquello le alegraba muchísimo.

Sin embargo, había un tema ahí volando entre ellos que pudiera provocarles problemas a ambos o más a el.

Desde que Woo había llegado a su vida, su sexualidad había tomado vida otra vez, cosa que se había quedado en pausa desde lo de Yeosang. Es decir, posterior a ello nunca más creyó que eso era algo de relevancia o importancia en su vida actual.

Pero, cuando Woo y el se unieron por primera vez esa noche tan desesperada donde lo nombro como suyo, fue como si un fósforo encendiera una fogata que pensó que ya no tenia.

Debía admitir que siempre le encanto su cuerpo, mas que un gusto físico mas bien lo relacionaba a lo bien que se sentía cuando estaba con el, a como su deseo se desencadenaba cada que sus besos y sus caricias se combinaban mutuamente.

Yours (Woosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora