Encubierto

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Bien sabía que era lo que tenía que hacer, no temió y ni siquiera mostró miedo alguno mientras aquel hombre lo tomaba.

Podía decir con plena libertad, hace años que no experimentaba eso, hablando en el sentido de que desde que tenía memoria, sus tareas eran darle placer a su amo fuera como fuera.

Su cuerpo nunca estuvo libre de marcas, heridas o rasguños, heridas tanto en su cuerpo como en su alma que estaba seguro, jamás se borrarían.

Por eso este momento le parecía extraño y a la vez un poco tenebroso.

¿Acaso para él había cabida para la bondad y el ciudad?

Porque las caricias del señor Choi así se lo demostraban.

Ya era experto en como sentir, como gemir y cómo actuar para satisfacer a su amo.

No era difícil, tampoco algo a lo que estuviera ajeno.

Pero ese era su estilo de vida, destinado con condena gracias a un collar adherido a su cuello de aquí hasta su muerte.

Estiro las piernas mientras el cuerpo ancho del pelinegro entraba entre ellas y abría paso en su entrada, el jadeo que sacó lleno de satisfacción al pelinegro quien mordió los labios del joven mientras le penetraba.

El hermoso joven de cabellos marrones enredo los dedos de sus manos sobre su cabeza en las sabanas de la cama, siendo esas expresiones las que fascinaban al mayor.

-s-señor ahh- gemía el menor con una voz tan melodiosa y llena de placer, placer que sentía igual el azabache.

Oírle fue como dejar salir una pesada carga, una que no creía llevar.

Años que pasaron cortamente le hicieron darse cuenta de cuanto había deseado escuchar algo tan hermoso como eso, porque para él, era realmente maravilloso.

Y quizás también influenciaba el encanto nato del joven debajo suyo, con esa voz, ese rostro y ese hermoso cuerpo, que a pesar de estar marcado y herido ...era lindo y bello.

Tomo las piernas del chico cargándolas en sus antebrazos y pegando más las caderas del joven a las suyas, con esa acción logro llegar más a fondo dentro del menor iniciando una secuencia de jadeos y gemidos dulces y entrecortados.

-ahh, s-señor y-yo ngh- el chico se mordió la mano mientras estiraba su cuello, dejando ver sus tiernos ojos húmedos junto a sus labios carnosos e intranquilos.

-vamos chico, hazlo- le dijo el pelinegro mientras inclinaba su boca a su cuello mordiéndole tan fuerte para dejar una clara marca de la cual en algunas cortadas salía sangre -córrete conmigo-

El joven cerro sus ojos mientras abría los labios sacando un ahogado gemido, mientras que el mayor le seguía sintiendo los temblores de los dos mutuamente como el resultado de tan excitante éxtasis.

El mayor se alzó y miro como el menor cerraba sus delgadas piernas a duras penas cuando salió de él.

Sus ojos mostraron cansancio y sintió como los brazos del adulto le tomaron de su cintura y acomodándolo, se recostaron sobre el suave colchón, tapándose con las sabanas.

San pensó que después podría limpiar, por ahora, solo deseaba descansar.

-eres mío ahora...- susurro el mayor antes de dejarse vencer por el sueño y el cansancio.

El castaño miro hacia arriba y sintió algo extraño dentro de su pecho.

Agacho la mirada y respiro hondamente.

Lamentablemente para el...sería mucho más difícil el dormir.

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Yours (Woosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora