―Uno... Cinco... Doce... Veintitrés... Treinta cuatro... Cincuenta y uno... Sesenta... Setenta y uno... Ochenta... Casi cien... ¡Y cien! ―siseo para mí hasta que exploto para todos―. ¡Trae aquí ahora mismo ese teléfono!
Le quito el aparato, de malas maneras, a la inepta funcionaria en cuestión para ponerme al habla.
—Manolo, ¿verdad? Encantada. A ver, qué te cuento... la Jessy pasa de ti. Lo que oyes. Odia que la lleves a cenar con la lora de tu madre croquetas congeladas cada viernes. Miente vilmente, no le gustan. Ni las croquetas, ni tú, ni mucho menos tu madre. Correcto. Sí, yo también me hallo consternada.
Cierto, pero no se me nota.
—Por lo visto lleva un año fingiendo orgasmos por no estar sola, a la par que para ahorrarse el taxi y las copas. Completamente cierto, Manolo. Así como te lo cuento. Eso dijo, sí.
Su llanto me da pena, pero no la suficiente como para frenar. Al revés, mi deber es abrirle los ojos. Nadie va a putear así a otra persona en mi presencia ni mucho menos con mi consentimiento.
—Y te informo de más... Por lo visto hace dos sábados se enrolló con un tal Richi. Lo que yo te diga. Uno, que por lo visto, está emprendiendo un negocio de imitación de bolsos y del que dice que le llega la chorra al suelo.
Aquí Manolo pasa del llanto a cagarse en toda la familia de la que en breve será su exnovia.
—No, no tengo documentación fotográfica como para darlo por verídico. Sí, fue de oídas. Pues eso, Manolo, que lo mejor es que la dejes. No te pongas así, hombre. Es mejor saberlo cuanto antes. No te dejes utilizar de esta manera.
Manolo me informa de que ella no es ninguna artista en la cama como para andar quejándose de sus habilidades sexuales. Como es algo que me interesa poco, o nada, continuo con mis consejos con la única intención de subirle la moral.
—Manolo, no sigas por ahí. No busques excusas ni hagas dramas innecesarios. Tú eres mucho más que el segundo plato de croquetas congeladas de una aprovechada que necesita una ortodoncia con urgencia inmediata. Sí, lo pienso tal como te lo digo. De nada, hombre. Sí, tengo novio. Gracias, pero no. Chao.
Cuelgo el teléfono con un golpe seco clavando mi mirada de chiflada nivel Dios en la aprovechada funcionaria de la universidad.
—¡De nada a ti también!
Tengo que morderme las amígdalas para no llamarle orca de las grutas subterráneas. Lo que es. ¡Ya hay que ser mala para trolear así a Manolo!
—No me quedó otra que intervenir, Jessy. Mis férreos principios no me permiten consentir ningún tipo de abuso. Aparte de que, por si no lo has notado, llevo exactamente treinta y ocho minutos y doce segundos esperando que cuelgues el puñetero teléfono y hagas tu maldito trabajo.
Respiro hondo con las manos en las caderas intentando calmar mi furia. Nunca lo consigo, pero que no se diga que no lo intento.
—Telefoneaste a tu santa madre, a tu amiga de la guardería, que resultó ser tu médica de cabecera, a mierdifon dos veces para ver las ofertas del mes, a tu amante, en dos ocasiones, y al ahora tu exnovio, otras tres. Los aquí presentes sabemos tu vida, obra y espíritu santo sin, que conste en acta, interés ninguno en toda ella.
Los seis de detrás aplauden mi monólogo, cosa mala, porque me vengo arriba a la velocidad de la luz.
—Mulleriña, si no te gusta Manolo déjalo vivir y sigue con tu vida. Eso de tener plan B por si el A no funciona, es de aprovechadas e inseguras, ¡qué lo sepas!
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Las luces de Dani - LldD.
RandomDesde el minuto uno, en que piso la tierra de mi Santo y me separo de mi novio, algo sucede más allá de mi entendimiento y mis infinitas taras, porque las calamidades, desastres, ataques, agresiones, amores, odios,luces a encender y sombras a difumi...