Capítulo - 17

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La llamada de Polo me saca de mi modo Escarlata de manera brusca. ¡Por favor, Apóstol, qué no llame para decir que murió Maruxa! Hoy no puedo con más dramas. ¡De verdad qué no! Contesto temerosa y gracias a Santi, no. No murió. Está ingresada y quiere despedirse del demonio y de mí. Me niego a ir. Este finde fue demasiado. Me excuso como puedo. Que si no me encuentro bien. Cierto. Que si mañana tengo que presentar un trabajo a primera hora. Muy cierto. Que tengo alergia a la UCI. No miento, tengo claustrofobia hospitalaria. Como no consigue convencerme me pasa a Kike que aplica el modo chantaje emocional. Posiblemente no sea ni consciente, pero lo hace. Su llanto desgarrado me hace claudicar. Eso y que no está en la UCI si no en la planta de paliativos.

―Dani, tienes que venir. Está agonizando e insiste en veros. Cumple su última voluntad, te lo pido por lo que más quieras. Y avisa a Nacho, por favor, hace horas que no responde nuestras llamadas. ―Cuelgo la llamada encarando a mi Apóstol.

―¿Qué pasa, Santi?¿No me llegó el día de hoy, ni el de ayer, que aún me toca mentirle a una moribunda? ¡Te pasas mogollón! Sabes de sobra que no me lo merezco. ¡Esto no! ―Cuando ya doy por hecho que en la Villa no tengo cobertura, por su ausencia de respuesta, contesta:

―¡Daniela, no te aviso más! ¡Háblame con respeto! Ese tono es del todo inapropiado. ―Me riñe sabiendo lo poco que me importa. ―Tú solita engañaste a esa mujer. El daño ya está hecho, así que te toca aliviarla en su partida.

―¡¿Entonces apruebas mi mentira?! ―Me quedo tonta. Cada día mi Apóstol es más heavy.

―No. Nunca aprobaré una mentira, pero llegado hasta este punto ya no puedes dar marcha atrás. Esa pobre mujer necesita oír que su hijo no se queda solo. Necesita ver que estás a su lado en su peor momento. ―Sentencia solemne.

―¡Jo, qué bueno eres, Santi! Gracias a tus palabras ya voy de mejor gana. ―Cambio las botas de agua por las mosqueteras. Ya solo me faltaba lesionarme otra vez, y que me tuviera que atender al Dr.Cortitopongoyesitos, para rematar la semana.

―Es mi trabajo, por supuesto que soy bueno. Venga, espabila y avisa a tu vecino. Maruxa necesita despedirse de su otro hijo antes de partir. ―Santi mandará, pero yo no me quedo sin decir la última palabra.

―Jamás dudaría de tus inmensas capacidades, Apóstol, pero quizás te extralimitas en tus buenas intenciones. Satán demostró con creces que no le importan ni esa mujer, ni su hijo. Pero como ella lo pide y tú insistes, avisaré al demonio. ―Pongo el jersey de cuello vuelto fucsia bajo un chaleco largo con capucha.

―¡Deja de llamarlo así e invocar al mal, Daniela! Si sigues por ese camino ni yo, ni nadie te podrá salvar. ―Ya se mosqueó otra vez. ¡Qué santo tan tiquismiquis!

Y aunque no quería sus palabras erizan mi piel camino del entresuelo. Al mal no hace falta invocarlo. Está agazapado, esperando para atacar, sin que puedas hacer nada por evitarlo. A Nachete lo llamo como me sale del papo. Y si lo aviso es por Maruxa, aparte de porque tiene coche. Sino le iban a dar mucho por ojete.

Rin ring ring....

―Hombre mi vecinita la...―Le casco tal hostiazo que lo desoriento.

―¡Tú de qué vas contando mi vida! ¿Cuento yo que estabas colgado de un maromo cuando te vi? ―Rober pasa del morado al blanco nieve.

―Perdóname, Dani. No lo pensé ―susurra compungido.

―Está bien, te perdono. Pero cuando uno no cuenta su vida no debería de contar la ajena, ¿no te parece? ―Asiente con cara de caniche apaleado. Entro en modo matona directa a la cueva de Drácula. ―¿Éste está en casa? Tengo que darle un recado.

Las luces de Dani - LldD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora