Capítulo- 27

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Ver su mirada tan vacía y perdida me parte en dos. Corro a sus brazos llorando desconsolada, por su abu, que se marchó para no volver jamás, por ÉL que el dolor que siente es tan intenso que no lo deja derramar ni una sola lágrima y por mí, porque que ahora que ya no está jamás podré confesar la verdad. Lucas no responde a mi abrazo ni reacciona a mi llanto, la culpa y el dolor no lo dejan reaccionar. 

Minutos después reacciona lo justo para vestirse y conducir. Mi suegri quiere velarla en casa. De camino envío un mensaje al grupo de la familia para notificar la mala noticia. Los míos reaccionan al segundo. Mi yaya y Ro dicen que llegarán en breve, Julito está de guardia vendrá directo cuando salga, mis padres dan vuelta camino de Orense mientras que mis hermanas me envían sus condolencias, apenadas por no estar a nuestro lado.

Lucas se frena ante la puerta de su casa queriendo evitar lo que sabe que lo destrozará aún más. Ver a su abuela sin vida. Tras muchos minutos en silencio, aferra mi mano obligándome a caminar a su lado. Una vez frente a la puerta de su cuarto soy yo la que me freno en seco. El pánico me invade, pero sé que no puedo dar marcha atrás. Me necesita a su lado. Lucas con decisión abre la puerta de su cuarto mientras que yo inspiro hondo sacando fuerzas de flaqueza.

Su familia, al completo, llora a los pies de la cama donde yace su abuela. Creí que me desmayaria al verla, pero no. Vera parece dormida y su semblante es de infinita paz. Lucas, sin dejar de mirarla, me suelta y se acerca despacio a ella. Se arrodilla a su lado y abrazándose a su cintura se derrumba como nunca antes lo vi. Grita con tanto desgarro y dolor que se hace el silencio. Tiemblo mientras rompo a llorar descontrolada, no puedo verlo así. 

Mi suegri, al ver mi angustia, me abraza. No puedo sentirme más miserable cuando es ella la que tiene que consolarme a mí. Lucas se limpia las lágrimas que derramó, tragándose las muchas que le quedan por derramar y vuelve a mi lado para sustituir a su madre. Quiero gritar que me perdone. Que me equivoqué. Que debí confiar en que entendería lo que pasó. Quiero pedirles perdón a todos. Decirles que fui una cobarde, pero en vez de eso dejo que la culpa me ahogue.

Poco después, mi cuñada me lleva a la cocina para darme una tila. Está impactada por mi llanto, el cual se intensifica cuando veo entrar a mi yaya con Ro. Las dos me arropan en sus brazos, saben lo mal que me siento sin necesidad de hablar. Me consuelan sintiéndose fatal. Cuando dieron el parabién a mi silencio nunca pensaron que me encontraría en esta situación.

Llevamos medio día velando a Vera, pero parecen días. El restaurante está cerrado por defunción, así que todo el pueblo se pasa a dar el pésame. Yo no salgo de la cocina y por primera vez no para comer ya que no me entran ni las tilas. Lola me llama cada poco temiendo que, en un ataque de sinceridad, cuente la verdad.

―No se te ocurra cantar ahora, Arpía. Tu rey adoraba a la vieja, no te pongas sensiblera y cuentes la verdad porque la cagas bien cagada. Deja que pase el tiempo o no te lo perdonará jamás ―ordena en modo mafiosa.

Cuelgo sintiendo un escalofrío en todo el cuerpo por sus palabras. Lucas está a mi lado, no llora, pero muestra en cada gesto un dolor tan intenso que me destroza. Cada célula de mi cuerpo quiere pedirle perdón, pero cada neurona de mi cabeza grita que me calle si no quiero hacerle a un más daño y que su rechazo me rompa el corazón .

Cada vez que me abraza, me derrumbo. Y no solo por la culpa que me corroe sino por no poder hacer nada por evitar su sufrimiento. Sé que es natural su dolor, yo me moriría si mi yaya me dejara, pero es que no puedo verlo así.

Mis Arpías lo consuelan y entretienen. Lo hacen tan bien que acaba riendo con las borderías de Ro. Ellas hacen lo que debería hacer yo, que no hago más que llorar o guardar silencio. Lolo y Pura llegan cargados de comida. Mi yayo y el inglés se quedaron en el bar, pasan de velatorios. Juan Martín, en concreto, se excusa en que los que mueren antes que él ya no van a asistir a su entierro así que para qué perder el tiempo. Sin comentarios.

Las luces de Dani - LldD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora