Eta

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El inexperto joven de dieciséis años no dominaba del todo sus celos, sabía el mes pero nunca recordaba el día.

En clases normales el aroma dulzón de un omega en celo asfixió el aula de clase. Kim Taehyung, muy a pesar de ser casi universitario, y tener un tiempo de estudio distinto, se percibió inquieto, experimentó un episodio irreal, no pudo controlar su cuerpo, cuando recuperó el control, él mismo se vio en la enfermería, con un supresor en mano y un Jeon Jungkook durmiendo.

•••

El alfa lo llevó a casa, le inyectó otro supresor y lo encerró en su habitación. Kim esperaba sentado en el sillón, masticaba desesperado chicles de fresa. En contra de su salud también se suministró supresores y tomó dos pastillas para prevenir cualquier cosa.

Al llegar el padre de Jeon Jungkook, vio a un alfa dopado de supresores en su sala, cabeceando como efecto secundario de los mismos.

—Taehyung-ssi ¿Que haces aquí?

Jeon Junhong, padre alfa de Jungkook, médico general en el hospital de Seúl. Obviamente se preocupa por ver a un adolescente como el amigo de su hijo en ese estado.

—Jungkook, entró en celo —comunicó—, sólo esperaba a que usted llegara para poder irme.

El adulto suspiró, no dejaría que Kim se fuera todo dopado con síntomas de somnolencia. Insistió en que se quedara un rato más, preparo un té y un sándwich. Al momento de sentarse a comer con él, miró al joven alfa y preguntó una corazonada de momento.

—¿Te gusta mi hijo?

El pelirrojo tosió sorprendido.

—¿Qué me delató?

—Es fácil solo tranquilizar el celo de un omega pasándolo con él, en cambio, preferiste drogarte de medicamento para dormir un poco a tu alfa. —Junhong sonrió decaído, le costaba aceptar que su hijo un día tuviera pareja, pero Kim no era mala opción—. No quieres perder su aprecio por algo de momento, respetable.

El alfa se sonrojó, exponiendo su preciado amor ante el progenitor de la persona que quiere.

Jeon mayor ánimo un poco a Taehyung y cuando lo halló recuperado lo mandó a su casa por un taxi de aplicación.

Si, Kim Taehyung es un buen muchacho, lo reiteró cuando subió a ver a su hijo, quién dormía cómodamente, rodeado de almohadas, en la mesa habían supresores nuevos, y un plato vacío de comida, junto con dos botellas de agua vacías y una por la mitad de contenido.

Omega cordis mei Donde viven las historias. Descúbrelo ahora