Capitulo 9

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Cuando llegó al piso, la abuelatriz le echó un vistazo y le sugirió que se
echase una siesta antes de cenar. Coriolanus se desplomó en la cama,
demasiado nervioso como para volver a pegar ojo en su vida. Sin embargo,
antes de darse cuenta, Tigris lo despertó sacudiéndole el hombro con delicadeza. De la bandeja apoyada en su mesita de noche emanaba el reconfortante aroma de una sopa de fideos. A veces, el carnicero le regalaba restos de pollo que ella cocía hasta transformarlos en un verdadero manjar.

–Coryo –dijo su prima– Satyria ha llamado tres veces y ya no se me
ocurren más excusas. Venga, cena un poco de sopa y llámala tú.

– ¿Ha preguntado por Clemencia? ¿Se ha enterado ya todo el mundo? – farfulló él.

– ¿Clemensia Dovecote? No. ¿Por qué? – quiso saber Tigris.

– Ha sido espantoso.

Coriolanus le contó la historia con todo lujo de truculentos detalles.
Mientras él hablaba, Tigris palideció.

– ¿La doctora Gaul hizo que le picaran las serpientes? ¿Por una
mentirijilla de nada? Algo que todos en nuestra época de adolescentes hicimos.

– Así es. Y le traía sin cuidado que Clemmie sobreviviera o no. Me echó de allí para poder disfrutar en paz de su merienda.

–Es una sádica. O una demente integral –dijo Tigris –  ¿Deberías
denunciarla? Si le hizo eso a Clemencia quien sabrá qué le abra hecho a otras personas.

– ¿A quién? Es la Vigilante Jefe de los Juegos. Trabaja directamente
con el presidente. Dirá que fue culpa nuestra, por engañarla y solo nos meterá en más problemas a nosotros.

Tigris reflexionó durante unos instantes.

– Vale. No la denuncies. Ni te enfrentes a ella. Evítala en la medida de lo posible.

–Como mentor, será complicado. No deja de presentarse por sorpresa
en la Academia para jugar con su conejo muto y hacer todo tipo de
preguntas disparatadas. Por lo que a mi premio respecta, una palabra suya podría inclinar la balanza hacia uno u otro lado – Se frotó la cara con las manos –  Arachne está muerta, Clemensia tiene veneno en las venas y el aborto que le provocaron los médicos solo empeoró la situación y
Lucy Gray… En fin, esa es otra historia espantosa. Me extrañaría que
consiguiese llegar con vida a los Juegos, aunque quizá sea mejor así.
Tigris le plantó una cuchara en la mano.

– Tómate la sopa. Hemos superado adversidades mucho peores. Los
Snow siempre caen de pie.

– Los Snow siempre caen de pie – repitió él, aunque con tan poca
convicción que tuvieron que reírse los dos.

Aquello le hizo sentir un poco más normal. Probó un par de cucharadas
de sopa, por complacerla, se percató del hambre que tenía y se la acabó en un abrir y cerrar de ojos. Tigris sabía que no quería hablar más de lo sucedió así que no le pregunto más cosas a lo relacionado con Clemencia y el feto.

Estuvo a punto de confesarlo todo cuando Satyria volvió a llamar, pero
resultó que solo quería pedirle que cantara el himno en el entierro de
Arachne por la mañana.

–Tus heroicidades en el zoo, sumadas al hecho de que eres el único
que se sabe toda la letra, te convierten en el principal candidato del
profesorado.

– Será un honor, por supuesto.

–Bien – Satyria sorbió algo, lo que provocó que el hielo tintineara en
su vaso, y cogió aire – ¿Cómo van las cosas con tu tributo?

Coriolanus titubeó. Quejarse podría parecer inmaduro, como si fuese
incapaz de resolver sus propios problemas. Casi nunca le pedía ayuda a Satyria. Pero después pensó en Lucy Gray, encorvada por el peso de sus
cadenas, y decidió arriesgarse.

Veneno [Corionalius Snow Y Lucy Gray Bair]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora